Este post sirve de complemento para aquel otro que ya escribí sobre la vacuidad. Se trata de una mera reflexión que me ha surgido mientras leía el libro Budismo y física cuántica, de Thomas Kohl. En él se compara la cosmovisión budista tanto con las conclusiones actuales de la física cuántica como con la de otras filosofías y metodologías que han regido o rigen el modo de pensar y de concebir la realidad en occidente.
Como referente en cuanto al budismo, se ha tomado a Nagarjuna, un filósofo indio del siglo II d.C. considerado uno de los pensadores más influyentes en el budismo.
El tema principal del libro gira en torno a la vacuidad, citándose con relativa frecuencia el ejemplo que Nagarjuna daba para hablar de ella: caminante y camino. Esto me ha recordado a aquellos versos de Antonio Machado:
Caminante, no hay camino,
se hace el camino al andar.
A modo de recuerdo, vacío o vacuidad no significan «ausencia de materia», sino la falta de esencia o identidad propia e infinita de cualquier objeto o fenómeno designado. Todo objeto o fenómeno concebido se ha originado a partir de otro en unas determinadas causas y condiciones (ver post sobre el origen dependiente), y tanto lo que lo origina como lo originado carecen de entidad propia infinita. No hay nada en ningún objeto o fenómeno del que pueda decirse: esto es tal, desde siempre ha sido tal y seguirá infinitamente siendo tal cosa.
Nagarjuna explica este vacío de identidad y este origen dependiente mediante conceptos complementarios o sus extremos: tanto camino como caminante dependen el uno del otro, ninguno existe por sí mismo como entidad independente. Sin el camino no habría caminante, y sin caminante no habría camino. Ambas cosas existirían, pero no entendidas ya como camino y caminante.
Caminante y camino no pueden ser entendidas de manera holística, es decir, como un todo, pues son dos unidades diferentes. Nagarjuna, en contra de este holismo, dice: <<si no hubiese diferencia entre concepto y objeto, nos quemaríamos la boca al decir «fuego»>>. Pero tampoco pueden ser entendidas de manera reduccionista, es decir, como dos unidades diferentes, pues son dependientes la una de la otra en cuanto a su existencia.
Dado que todo lo que existe se ha originado a partir de otro algo de manera condicionada, algo nunca podria ser considerado camino si no se origina mediante alguien que lo camine. Hasta ahí Machado coincide con Nagarjuna. El problema es que pasa lo mismo con el caminante. El caminante, en cuanto caminante, solo existe cuando recorre el camino. Empieza a ser caminante cuando empieza a recorrer el camino, y deja de serlo cuando deja de recorrerlo, de la misma forma que pasa con el camino.
Pd.: Si intentas buscar el libro en español, probablemente no lo encuentres. Yo al menos no he sido capaz. La copia que me estoy leyendo es la original en alemán, idioma en el que fue publicado bajo el mismo titulo: «Buddhismus und Quantenphysik. Schlussfolgerungen über die Wirklichkeit», de Christian Thomas Kohl, ISBN: 978-3-86410-033-8.
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.
Foto: Iñaki de Luis
abril 18, 2014 a las 11:54 am
¿Sabes? Es curioso… Estaba reflexionando sobre algo que de algún modo enlaza con lo que leo aquí. Pensaba en alguien a quien conocí bien y que de algún modo, ya no está. Su cuerpo ha sido ocupado por alguien a quien no conozco. Alguna vez he visto asomarse brevemente en sus ojos a la persona que le habitaba antes, pero la mayor parte del tiempo, no está… Tal vez no me explico bien, pero creo que tiene que ver con eso que dices del caminante y el camino.
En cualquier caso me ha gustado mucho tu post 🙂
abril 18, 2014 a las 12:47 pm
Te explicas muy bien, sé a lo que te refieres. Efectivamente, tiene mucho que ver. Me alegro de que se haya entendido 🙂
Con este concepto de vacuidad, el «yo» no existe como una identidad propia, independiente y eterna. Somos un simple flujo de ideas, percepciones y sentimientos, las cuales a su vez también son vacuas. Es decir, todo «yo» es impermanente, y no solo entendido como el cuerpo físico o el concepto de «yo», sino la propia personalidad o características de dicho «yo». Cada una de esas ideas y percepciones que forman ese flujo se originan debido a unas causas y condiciones, y cesan cuando estas cesan o cambian. Ni el flujo en sí ni cada una de esas ideas puede ser identificado como ese «yo».
De hecho, teóricamente hablando ni el cuerpo de tu amigo sigue siendo el mismo, pues en realidad, cada órgano se regenera por completo cada equis tiempo, con lo en su cuerpo de ahora queda poco o nada de lo que había hace un tiempo.
Exactamente lo mismo ha pasado contigo y con tu recuerdo o percepción del «yo» de tu amigo. Ese «yo» de tu amigo es un concepto que se originó en ti según tu percepción de la persona de tu amigo, la cual a la vez está influída por otras ideas y percepciones… etc..
¿Ha cambiado tu amigo, has cambiado tú, habéis cambiado los dos, o no ha cambiado ninguno? Realmente, ninguna de esas preguntas es afirmativa, ni las cuatro a la vez ni una selección de ellas. Tampoco son negativas… pero esto se sale ya del tema, y esto es sólo una respuesta a un comentario. Ya haré un post sobre este tetralema.
En fin, no me enrollo más, se que puede parece difícil, pero lo único verdaderamente difícil es explicarlo mediante palabras. La única manera de comprenderlo es mediante la experiencia directa, y para eso hay que partir de ejemplos simples y no querer abarcar directamente el «yo» como acabo de hacer.
¡Un abrazo y gracias por comentar!
abril 18, 2014 a las 12:52 pm
El budismo cree en eso que llamamos «alma», ¿verdad?
abril 18, 2014 a las 1:07 pm
No, el budismo no cree en el alma. Al menos no en el sentido cristiano de la palabra. El alma, entendida como un ente independiente, con identidad propia y eterno, contradice por completo el concepto de vacío que propone el budismo.
Aunque esto puede llevar a confusiones, pues entonces, no habiendo alma, ¿cómo se puede hablar del renacimiento? ¿qué es entonces lo que renace?
Es un tema un tanto lioso. Esta tarde-noche cuando tenga más tiempo te intento dar una respuesta algo más completa.
abril 18, 2014 a las 1:52 pm
Me encantaría 🙂
abril 18, 2014 a las 5:30 pm
Prosigo con la respuesta anterior.
El alma, entendida en el sentido cristiano, es algo permanente, inmortal, algo con naturaleza propia, que existe de manera independiente. Esto choca frontalmente con el concepto de vacuidad que el budismo propone. Por lo tanto, el budismo no cree en una alma así.
¿Cree en otro tipo de alma entonces? La verdad es que ni cree ni no cree.. Para Buda, adentrarse en este tipo de divagaciones era:
Pero entonces, ¿cómo explicar el renacimiento? Si no hay nada que trascienda al cuerpo, si no hay algo así como un alma, ¿qué es lo que renace entonces? Hasta donde yo entiendo, el quid de la cuestión está en la finitud de ese alma. Aunque Buda no dice explícitamente tal cosa, si que propone implícitamente algo así como un alma que es la que renace cada vez en un cuerpo diferente. La diferencia principal con respecto al concepto cristiano de alma es que ni esa alma es nuestro yo actual, ni es inmortal.
Según el budismo, los seres están atrapados en un ciclo continuo de renaceres, denominado Samsara, del que sólo nos libramos cuando alcanzamos el nirvana. En concordancia con el concepto de vacío y de origen dependiente, ese «alma» no posee una naturaleza propia ni se puede identificar con nuestro «yo» (pues nuestro yo no existe, ya dije en el primer comentario que no es más que un flujo mental). Ese alma ha surgido por unas causas y condiciones: el apego y el sufrimiento que este produce. Ha surgido, por tanto, en dependencia de algo, y una vez que ese algo cesa, ese alma también cesa de existir. Es decir, en cuanto alcanzamos el nirvana, en cuanto nos salimos del Samsara, ese alma dejaría de existir. No es, por tanto, algo independiente e inmortal. Es algo vacío, al igual que nuestro yo o cualquier otro objeto o fenómeno.
No sé si me he explicado claramente. Si te queda alguna duda, no dudes en preguntar.
Me gusta este tema, en el que he de confesar nunca me había adentrado demasiado, pues soy un tanto agnóstico para estas cosas. Mi visión del budismo es demasiado pragmática quizá.
mayo 6, 2014 a las 11:00 am
Las afirmaciones y negaciones hechas desde el budismo, también se quedan congeladas en el espacio, como la metafísica. Por eso un maestro zen decía: Si afirmas que esto es un palo, te golpeo; si lo niegas, te golpeo. Un artista al que admiro, decía que el salto a lo metafísico debe durar poco. Apenas un instante de comprobación orbital. Creo que tiene que ver con la mirada. Como un caminante camina con ambos pies, así necesitamos completar nuestra mirada con la mirada del otro. Surfeando en el espacio-tiempo.