Antes de nada: olvida lo que crees saber. Uno de las razones del tremendo lío que mucha gente tiene es precisamente el falso conocimiento y los prejuicios que rodean a la meditación. Olvídate de la postura del Loto o de cual sea la postura que hayas oído, olvídate de buscar una verde pradera en la que sentarte bajo la magnífica sombra de un frondoso árbol, olvida el “OMMM”, olvida el levitar y olvida tantas otras tantas ideas por el estilo. Y sobre todo, olvida la idea de que meditar es algo así como apagar el cerebro y no pensar…¡es precisamente todo lo contrario!


Meditar puede ser tan simple y tan sencillo como relajarse y dejar fluir los pensamientos en tu mente. No importa qué postura uses ni donde estés, lo único que importa es lo que pasa dentro de tu cabeza.

Básicamente hay dos tipos de meditación: analítica y no analítica. La diferencia entre ambas es la reflexión. En la no analítica, tal y como su numbre indica, no analizamos nada, simplemente dirigimos nuestra plena atención hacia algo en concreto. En la analítica, por el contrario, reflexionamos profundamente sobre aquello a lo que hemos dirigido nuestra atención.

Para que sirva de ilustración, diremos que si simplemente diriges tu plena atención hacia por ejemplo un sonido concreto, sin intentar adivinar de donde procede dicho sonido, por qué suena de tal modo y sin pensar el por qué te agrada o te desagrada, estaríamos hablando de meditación no analítica. Si por el contraro reflexionas sobre dicho sonido, su causa, efecto que produce en tí, etc.. estaríamos hablando de meditación analítica.

En la meditación no analítica vamos a prácticar principalmente la relajación y la atención. Con la suficiente práctica, podemos alcanzar estados mentales de relajación muy placenteros y útiles con los que desconectar de una manera sencilla y eficas de nuestra vida diaria. Además, vamos a ser capaces de dominar nuestra mente hasta un nivel que no imaginamos, siendo capaz de enfocar nuestra atención plenamente hacia lo que deseemos durante largos periodos de tiempo, lo cual también ser provechoso si aplicamos dicha capacidad a otras actividades de nuestra vida cotidiana.

Una vez denominada la meditación no analítica, y por tanto siendo capaces de relajarnos y dirigir nuestra atención hacia donde queramos, comenzaremos con la meditación analítica, reflexionando sobre cualquier idea, objeto o fenómeno, lo cual puede traducirse en beneficios enormes. No solo vamos a ser capaces de desconectar de nuestro vida y nuestro entorno hasta niveles insospechados, sino que vamos a ser capaces de re-educar a nuestra mente en ciertos aspectos que nos pueden ayudar a solucionar ciertos problemas de orden psicológico, a lidiar con ciertos sentimientos negativos y, en definitiva, a ser un poco más felices y vivir en paz con nuestro entorno.

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