Si todo lo llegado a ser es impermanente y carece de esencia,
si todo ha surgido en interdependencia de otros elementos y fenómenos,
si todo ha surgido mediante unas causas y condiciones,
si todo lo llegado a ser está destinado a dejar de ser en algún momento…
Si nada existe por sí mismo,
si nada existe a partir de otro algo,
si nada existe por sí mismo y por otro algo a la vez,
si nada existe sin causas…
Entonces,
mi Yo es impermanente y carece de esencia,
es interdependiente de otros elementos y fenómenos,
de los cuales surgió por unas causas y condiciones determinadas,
y dejará de ser en algún momento.
No existo por mí mismo,
ni existo porque nada me haya creado,
ni existo por mí mismo y porque algo, a la vez, me haya creado,
ni existo sin causas.
Un hombre y una mujer se unieron,
el esperma del uno fecundó el óvulo de la otra,
de lo cual comenzó a surgir lo que más tarde sería un cuerpo humano.
Entre las causas, la principal fue la fecundación,
entre las condiciones, la principal fue la fertilidad.
Ya en el vientre de la que luego se convertiría en madre,
y a partir de lo que esta comía, bebía y respiraba,
el cuerpo se fue formando y desarrollando hasta el nacer.
Al nacer, surgió el hijo, surgió la madre y surgió el padre.
El uno hizo a los otros padres, los otros hicieron al uno hijo.
Pero, si nada existe a partir de otro algo,
¿cómo es que la persona surge a partir de padre y madre?
No surgió sólo de ellos, pues el cuerpo se formó mediante otro alimento, aunque ellos fueron la causa principal.
Además, no surge la persona, surge solo un cuerpo,
y este cuerpo, dotado de mente, empezó a tomar conciencia del mundo
y a crear a la persona de la siguiente forma:
de la vista y lo visto, surgió la conciencia visual,
del oído y lo oído, surgió la conciencia auditiva;
del tacto y lo tocado, surgió la conciencia táctil;
del olfato y lo olido, surgió la conciencia olfativa;
del paladar y lo degustado, surgió la conciencia gustativa.
Cada una de estas conciencias, unidas, y con ayuda del intelecto,
con el objetivo de sobrevivir y de hacer esta supervivencia fácil,
comenzaron a definir fronteras:
esto me agrada, esto no;
esto me hace bien, esto no;
esto es mío, esto no;
esto lo quiero, esto no;
Al surgir las fronteras, surgió la dualidad
entre lo que había a cada lado de la frontera:
de lo que me agrada, surgió el placer;
de lo que me desagrada, surgió el sufrimiento.
Al surgir la dualidad, surgió el Yo y el resto del mundo.
Al surgir el Yo, surgió la persona.
Y la frontera principal era el propio cuerpo,
el cual, en algún momento, se llegó a confundir con el Yo.
Pero ese cuerpo al que el Yo considera suyo,
es una unidad imaginaria compuesto por un conjunto de órganos, huesos, fluidos y demás, que se han formado mediante la transformación de las sustancias que lo alimentan, primero en el cuerpo materno, luego de manera independiente.
Pero este conjunto de órganos, huesos, fluidos y demás,
de la misma forma que llegó a ser, en algún momento dejará de serlo.
Los órganos degenerarán,
los huesos se romperán,
los fluidos se secarán,
así hasta que la unidad que forman
deje de funcionar y desaparezca.
En ninguna parte de ese cuerpo,
ni en ninguna parte de cada uno de sus componentes,
hay nada que pueda ser considerado como mi Yo.
El cuerpo desaparecerá,
la conciencia desaparecerá,
mi Yo desaparecerá.
Ese cuerpo no es mío, ese no soy Yo.
Esos órganos no son míos, esos no soy Yo.
De hecho no soy,
pues aquello que creo ser,
no es más que lo que en la mente de este cuerpo se ha formado
a partir de su conciencia:
sin la vista ni lo visto,
sin el oído ni lo oído,
sin el tacto ni lo tocado,
sin el olfato ni lo olido,
sin el paladar ni lo degustado,
no hubiese surgido la conciencia,
no hubiese surgido Yo.
Soy lo que veo, oigo, toco, huelo y degusto,
pues en mi mente es dónde se define cada una de estas cosas.
No hay separación real, por tanto, entre lo percibido y el que lo percibe,
pero tampoco son lo mismo.
Si fuesen lo mismo, al pensar en el fuego me quemaría.
Por tanto:
Mi Yo surgió y se mantiene en relación de interdependiencia con el resto de elementos y fenómenos, y se extinguirá dentro de la misma relación de interdependencia.
Nada existe por sí mismo.
Nada ha sido creado a partir de otro algo.
Nada existe por sí mismo y ha sido creado a partir de otro algo, a la vez
Nada existe sin causas.
Todo es interdependiente.
Todo es impermanente.
Todo carece de esencia propia.
Incluso mi Yo, que además,
ni siquiera existe.
Texto inspirado en diversos sermones del Tipitaka y en la filosofía de Nagarjuna.
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*Imagen de portada: Bond of Union, M.C. Escher

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