He aquí uno de los muchos puntos en los que Nietzsche se acercaba al budismo de tal manera que casi parece decir lo mismo que Buda. Y es que, de forma muy similar al concepto budista de vacío, Nietzsche afirmaba que los objetos y fenómenos que percibimos como reales son meras ilusiones psicológicas producidas en la mente del observador. Es decir, la realidad que observamos es una mera proyección de nuestras ideas. Nada por tanto existe como tal sin la mente que lo designa, no hay habiendo separación entre ésta y el objeto o fenómeno designado.
A continuación comento unos fragmentos sacados de Más allá del bien y del mal que pueden ayudar a entender mejor su postura:
<<Así como hoy un lector no lee en su totalidad cada una de las palabras (y mucho menos cada unas e las sílabas) de una página – antes bien, de veinte palabras extrae al azar unas cinco y «adivina» el sentido que presumiblemente corresponde a esas cinco palabras-, así tampoco nosotros vemos un árbol de manera rigurosa y total en lo que respecta a sus hojas, ramas, color, figura; nos resulta mucho más fácil fantasear una aproximación del árbol. Continuamos actuando así aun en medio de las vivencias más extrañas: la parte mayor de la vivencia nos la imaginamos con la fantasía, y resulta difícil forzarnos a no contemplar cualquier proceso como «inventores»>>.
Es decir, Nietzsche afirma que cuando vemos un árbol, lo que en realidad nuestra mente está haciendo es, a través de la percepción de un conjunto formado por un tronco, ramas, hojas, etc.., proyectar en ese conjunto nuestra idea de árbol, de manera que no vemos realmente el árbol como es, sino según nuestra proyección de dicha idea. Esto no niega la existencia del árbol, sino que reformula su existencia de tal manera que ese árbol (no sólo el concepto como afirma el vacío budista, sino la propia imagen que vemos) es tan solo una aproximación de la realidad, una representación de ésta. El árbol como realidad absoluta deja de existir, pues cada persona vería un árbol diferente, siendo por tanto una realidad relativa según el observador. Este razonamiento lo explica Nietzsche de manera más explícita en este otro fragmento:
<<En el curso de una conversación animada yo veo a menudo ante mí de un modo tan claro y preciso el rostro de la persona con quien hablo, según el pensamiento que ella expresa, o que yo creo haber suscitado en ella, que ese grado de claridad supera con mucho la fuerza de mi capacidad visual: la finura del juego muscular y de la expresión de los ojos tiene que haber sido añadida, por lo tanto, por mi imaginación. Probablemente la persona tenía un rostro completamente distinto o, incluso, no tenía ninguno>>.
Cada persona interpretaría el rostro de manera diferente, pues al fin y al cabo el rostro que percibimos no es más que una interpretación del verdadero rostro, y dicha interpretación está condicionada por nuestra cultura, sentimientos, etc.. por lo que una interpretación de dicha visión sería, valga la redundancia, una interpretación de una interpretación, no existiendo por tanto algo así como una verdad absoluta.
Nietzsche propone la verdad aparente, presente y mutable, como válida en contra de la verdad como realidad, eterna e inmutable. La verdad absoluta deja de existir por tanto, siendo sustituida por una realidad relativa, formada según nuestra voluntad, sentimientos y afecciones.
Hasta donde yo entiendo, el concepto de vacío budista y lo dicho por Nietzsche se diferencia por tanto en un aspecto muy importante: Nietzsche se centra en la proyección que hacemos de la realidad, mientras que el vacío budista, como ya expliqué en su respectivo post, se centra en la ausencia de entidad propia del objeto o fenómeno observado.
Y tú, qué opinas?
junio 27, 2014 a las 12:39 am
Yo diría «La realidad, es ese sonido que se escucha al aplaudir con una sola mano» Checate este link, tal vez te guste
http://chocobuda.com/2014/04/29/hay-una-manzana-en-la-calle-koan/
octubre 19, 2019 a las 8:58 am
Yo opino que es exactamente, tal como lo describes. Cuando menos en mi experiencia.