La vacuidad o el vacío, además de clave para la comprensión del budismo, es un término bastante mal entendido. El vacío se refiere a la inexistencia de entidad propia de cualquier objeto o fenómeno, y no a la mera ausencia de materia. Según dicho concepto de vacío, los objetos y fenómenos existen sólo en función de la mente que los designa.
Este concepto de vacío significa redefinir aquello que Machado decía: <<El ojo que ves no es ojo porque tu lo veas, es ojo porque te ve>>. Es decir, el concepto budista del vacío no niega en absoluto la existencia de dicho ojo, ni niega que vea, simplemente dice que aquello a lo que llamamos ojo como tal no existe por sí mismo como un ente independiente e indivisible, sino que es un órgano formado por un serie de sustancias y sensores nerviosos que, conectados a un cerebro, nos permiten ver. E incluso aunque alguno de estos órganos fallase y no nos permitiese ver, seguiría siendo un ojo. Con el objetivo de simplificar la realidad, nuestra mente hace que concibamos ese conjunto de sustancias y receptores nerviosos con una forma concreta y en una plaza determinada de la cara como una sola cosa, el ojo. Es más, cada una de las partes que componen dicho ojo están formadas a su vez por otras partes, y estas a su vez por otras hasta reducirlo todo a átomos, que a su vez están divididos en neutrones y protones, que a su vez están divididos en partículas subatómicas.
Nada de eso existe desde siempre y nada existirá de manera infinita, todo se ha formado a partir de algo, y ese algo a partir de otro algo, etc.. Sin embargo, por simplificar, lo concebimos erróneamente como algo con esencia propia: un ojo.
Resumiendo, el ojo no sería ya ojo porque nos viese, sería ojo porque nuestra mente lo considera así.
Por poner otro ejemplo, imagínate una sencilla mesa de madera. Dicha mesa está formada por cuatro palos de madera colocados verticalmente a los que llamamos patas, y una tabla plana también de madera que se apoya sobre dichas patas de manera horizontal, de tal forma que se puede usar dicha tabla para colocar objetos sobre ella. Ese conjunto de piezas de madera puestos de tal modo es para nosotros una mesa. Imagínate que se le rompe una pata y se la cambiamos por otra nueva. Ahora la mesa sigue teniendo la misma forma de antes, pero ¿sigue siendo la misma mesa? Al año se le rompe otra pata, y volvemos a sustituirla por otra nueva, y al otro año otra, y otra, y luego la tabla, que también sustituimos. Hemos ido poco a poco cambiado cada una de sus partes por otra hasta formar otra mesa totalmente nueva y, en cambio, en nuestra cabeza, sigue siendo la misma mesa, cosa que no es cierta. ¿Existía de hecho algo así como una mesa, o era sólo una herramienta conceptual de nuestro cerebro creada para facilitarnos la vida? Es más, incluso aunque no se hubiese roto ni hubiésemos cambiado ninguna de sus partes, ese conjunto de piezas de madera formaban hace algunos años parte de otras piezas de madera mayores en alguna carpintería, y antes de eso eran madera de uno o varios árboles, y todavía antes de eso no eran más que el agua y nutrientes con los que la semilla del árbol del que salieron usó para crear dicha madera.
Nada de todas estas cosas mencionadas tenía entidad propia, nada de ellas existe infinitamente, no hay nada en ellas de lo que se pueda afirmar: esto es tal y siempre será tal, y no será nunca otra cosa.
De este modo, nada existe cómo lo que es y punto. Nosotros mismos, como personas con nombre propio, no somos más que un conjunto de órganos, huesos y demás, que se formaron a partir de otras sustancias, que sufren cambios cada día y que algún día se extinguirán. Nuestra propia mente o conciencia es un flujo continuo de ideas, sensaciones y sentimientos que se originan, cambian y se extinguen, de manera que ni siempre tenemos la misma conciencia ni el mismo cuerpo. Cada segundo somos algo diferente, desde que nos originamos hasta que desaparecemos, y sin embargo creemos conservar la identidad a lo largo de toda nuestra vida.
marzo 8, 2014 a las 2:48 pm
Reblogueó esto en Esencia AnIsGOtt Creativo.
junio 17, 2014 a las 3:54 am
«Nuestra propia mente o conciencia es un flujo continuo de ideas, sensaciones y sentimientos que se originan, cambian y se extinguen, de manera que ni siempre tenemos la misma conciencia ni el mismo cuerpo» —– DE HERACLITO: «En un mismo río entramos y no entramos pues somos y no somos…los mismos»….
junio 17, 2014 a las 4:01 am
Exacto 🙂
junio 17, 2014 a las 4:06 am
Sí, lo dicho, todo está dicho, la palabra se recicla, las ideas se renuevan, todo fluye y todo es… Nada… a propósito, anoté un comentario en la última entrada, que desapareció, extraño….
junio 17, 2014 a las 4:11 am
En qué entradada? No me ha llegado nada, seguro que se envió?
junio 17, 2014 a las 4:16 am
Bueno, yo creí que si, pero al pulsar, no pasó nada, tendré que volver a leer para generar el comentario, gracias por atender.
junio 17, 2014 a las 4:19 am
Solucionado, estaba en la carpeta de spam. Avísame si vuelve a pasar
junio 17, 2014 a las 4:21 am
Saludos, mil gracias…
julio 27, 2014 a las 2:29 pm
Hola.
Me gusta tanto esto del vacio, la vacuidad. Creo que es la enseñanza primordial. Tengo un nombre, que pudo ser otro. No tenia lenguaje, no podia pensar, no podia designar nada, Solo estaba. ¿Quién estaba? Vengo de un hombre y una mujer que se fundieron. ¿Dónde estuve antes? ¿de dónde vine y a dónde voy? ¿hay ir y venir?
Cierro los ojos y veo un mar infinito, no tiene inicio, no tiene final.
Todos oscuro, todo en silencio, una flor abriendose, tirando petalos y abriendo nuevos.
julio 28, 2014 a las 8:31 am
Hola Tonatiuh,
A mí también es una de las enseñanzas que más me hace reflexionar, en la que me centro en casi cualquiera de mis prácticas.
Un abrazo y gracias por comentar 🙂
marzo 16, 2015 a las 2:31 pm
Y lo que aprendo y entiendo, también trasciende?…en la vacuidad se extiende y permanece sin ser visto, sin ser sentido, ni olido ni tocado, solo es, y es libre y fugas como el pensamiento, que al ser atrapado por la palabra dicha, deja de serlo, deja esa libertad de la que goza en esa absoluta vacuidad…
diciembre 26, 2015 a las 1:02 pm
Cuando soy: no soy.
Cuando no soy: Dios/el vacio/la existencia es.
Muchas gracias por este espacio donde se nos recuerda la gran broma cósmica que es la existencia, en la cual, un conjunto de ilusiones con las cuales el ser humano se identifica, nos pueden llevar tarde o temprano a nuestra completa extinción.
Un abrazo a tod @s 🙂
octubre 8, 2018 a las 9:29 am
La última parte de no estoy de acuerdo. Ni todo cambia ni todo permanece. Es decir hay una parte de nosotros que va cambiando y otra que va permaneciendo. A eso lo llamamos yo.
Obviamente no digo que exista objetivamente… es, claro está, una idea más.