El Buda Curioso

La práctica de la meditación

La verdad es en sí misma completa. No es algo nuevo, sino que siempre ha existido. No está lejos, sino que está siempre presente. No es algo que debas adquirir, pues siempre la has poseído. De hecho, no das un paso sin ella.

No te bases en las opiniones de otros, aprende a escuchar tu propia voz. Tu cuerpo y tu mente se volverán lúcidos, y reconocerás la unidad de todas las cosas.


La más mínima opinión a favor o en contra te impedirán la entrada en el palacio de la meditación y la sabiduría.

Buda meditó seis años, Bodhidharma nueve. La meditación no es ningún método para alcanzar la iluminación, sino que es en sí misma la iluminación.

La investigación de libros y la lectura de sus palabras puede aportarte un gran conocimiento, pero este conocimiento no refleja tu propio ser.
Cuando el cuerpo y mente desaparecen, la verdad original se muestra por sí misma. Zen significa simplemente la manifestación de la verdad, por eso ni el anhelo ni la intención son la verdadera expresión del Zen.

Para experimentar los beneficios de la meditación, debes practicar sincera y decididamente. El lugar de la meditación debe ser un lugar limpio y tranquilo.

No pienses continuamente en lo bueno o lo malo. Simplemente relájate y olvida que estás meditando. No te esfuerces en alcanzar la iluminación, pues hacerlo sólo conseguiría confundirte.

Siéntate, vestido con ropas anchas, tan cómodamente como sea posible sobre un cojín. Mantén tu cuerpo recto, sin inclinarlo ni a la izquierda ni a la derecha, ni atrás ni adelante. Tus orejas deben formar una linea paralela con tus hombros, y de la nariz al ombligo debe haber una linea vertical. Cierra la boca, manteniendo la lengua en el paladar. Con los ojos ligeramente abiertos, respira a través de la nariz.

Respira profundamente varias veces antes de empezar con la meditación. Cuando vuelvas a la respiración normal, mantén tu cuerpo derecho. Multitud de pensamientos pasarán por tu cabeza, pero no te ocupes de ellos, deja que desaparezcan.

La meditación Zen no es ni un deporte ni un método con el que se pueden alcanzar ciertas ventajas, sino que es apacibilidad y felicidad. Es la realización de la realidad y el conocimiento.

Cuando meditas eres como un espejo que muestra la solución a tus problemas. La mente humana es, en su verdadera naturaleza, libre. De manera intuitiva puedes conseguir la iluminación. No intentes luchar por alcanzar tu  liberación, más bien deja que la meditación sea tu liberación.

Cuando desees terminar con la meditación, mueve tu cuerpo lentamente y levántate de manera tranquila. Practica esta meditación por la mañana, por la noche o en cualquier momento libre durante el día. Pronto comprobarás que tus problemas anímicos desaparecen uno detrás del otro, desarrollando una fuerza intuitiva que hasta ahora no conocías.

Hay miles de practicantes que han practicado esta meditación y cuyos frutos han cosechado. No dudes de su efectividad por la simplicidad de su práctica.

Si no puedes encontrar la verdad en donde ahora mismo te encuentras, ¿dónde te crees que podrás encontrarla si no?

La vida es corta y nadie sabe lo que el siguiente momento te depara. Abre tu corazón y tu mente mientras tengas la oportunidad de hacerlo, y alcanza así el tesoro que la sabiduría te ofrece.  Un tesoro que podrás regalar sin límites, bendiciendo con ello a otros.


Texto inspirado en el Fukanzanzengi del Maestro Dogen. No es una traducción, o al menos no una traducción seria y completa. 
Fuentes:

@ElBudaCurioso