Budismo – El Buda Curioso https://elbudacurioso.com Blog sobre budismo, meditación, y otros Sat, 26 Sep 2020 13:04:42 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.5.3 https://elbudacurioso.com/wp-content/uploads/2018/12/cropped-7879b-img-photo-art-765828819-32x32.jpg Budismo – El Buda Curioso https://elbudacurioso.com 32 32 Amor verdadero (humor) https://elbudacurioso.com/2014/11/21/amor-verdadero-humor/ https://elbudacurioso.com/2014/11/21/amor-verdadero-humor/#comments Fri, 21 Nov 2014 16:58:22 +0000 https://elbudacurioso.com/?p=964 Sé que llevo mucho tiempo sin aparecer por aquí ni escribir nada, pero eso no significa que haya abandonado el blog. Simplemente, tal y como ya escribí en su momento, escribo algo aquí cuando considero que tengo algo interesante que... Seguir leyendo →

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Sé que llevo mucho tiempo sin aparecer por aquí ni escribir nada, pero eso no significa que haya abandonado el blog. Simplemente, tal y como ya escribí en su momento, escribo algo aquí cuando considero que tengo algo interesante que compartir, y hasta hoy no se ha dado el caso 🙂 Me estoy leyendo un interesante libro de Ajahn Brahm y quería compartir una pequeño fragmento que he encontrado particularmente curioso.
El libro, que no lo he encontrado en español, me lo estoy leyendo en alemán y se titula «Die Kuh, die weinte» (algo así como «la vaca que lloró»), aunque su título original en inglés es muy diferente, «Opening the Door of your Heart», ISBN 978-0733623110). Intento traducir el fragmento lo mejor que puedo:

…En mi primer año como monje en el noroeste de Tailandia me encontraba sentado con otros dos monjes en el asiento trasero de un coche. Mi maestro, Ajahn Chahn, se encontraba en el asiento del copiloto. De repente se giró hacia nosotros y, dirijiéndose a un novicio americano que estaba sentado a mi lado, dijo algo en Tailandés. El otro monje que se encontraba con nosotros dominaba dicho idioma, por lo que hacia de traductor simultaneo:
– Ajahn Chan dice que sabe que tu estás pensando ahora mismo en la novia que has dejado en Los Ángeles.
El joven americano quedó muy sorpendido. ¡Parecía que Ajahn Chahn le hubiese leido el pensamiento! El maestro sonrió y prosiguió:
– No te preocupes, podemos encontrar una solución. La próxima vez que le escribas, pídele que, por favor, te mande algo muy personal, algo único, algo que sólo le pertenezca a ella y a nadie más y que, por tanto, te haga recordarla cada vez que la eches de menos.
– Pero, ¿puede hacer un monje tal cosa? – preguntó el americano muy sorprendido.
– Por supuesto. -respondió Ajahn Chahn
¿Acaso era posible que hubiese lugar para el amor en la vida de un monje?
Tras las siguientes palabras de Ajahn Chahn, el monje que traducia comenzó a reir fuertemente. Duró un rato hasta que consiguió calmar la risa lo suficiente como para seguir con la traducción.
Ajahn Chahn dice…. -decía el traductor con lágrimas en los ojos mientras intentaba en vano acallar la risa- Ajahn Chahn dice que aquello tan único y singular que le tienes que pedir es que te llene una botella con su heces y te la mande. Así cada vez que la eches de menos, podrás abrir la botella.

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Preguntas a Ajahn Cattamalo https://elbudacurioso.com/2014/09/17/preguntas-a-ajahn-cattamalo/ https://elbudacurioso.com/2014/09/17/preguntas-a-ajahn-cattamalo/#comments Wed, 17 Sep 2014 08:24:47 +0000 https://elbudacurioso.com/?p=957 Ajahn Cattamalo es el abad del monasterio de Muttodaya, un monasterio budista Theravada de la Tradición Tailandesa del Bosque en Alemania. Alemán de nacimiento, fue ordenado monje (bikkhu) en 1988 en Tailandia bajo la tradición del venerable Ajahn Chah. Estas... Seguir leyendo →

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Ajahn Cattamalo es el abad del monasterio de Muttodaya, un monasterio budista Theravada de la Tradición Tailandesa del Bosque en Alemania. Alemán de nacimiento, fue ordenado monje (bikkhu) en 1988 en Tailandia bajo la tradición del venerable Ajahn Chah.
Estas fueron algunas de las preguntas que respondió durante mi retiro en dicho monasterio.

¡¡¡Importante!!! En cuanto a la fiabilidad de lo aquí escrito: 1) transcribo todas las preguntas y respuestas directamente desde mi memoria exactamente cuatro días después desde que fueran formuladas, y aunque suelo tener buena memoria, no se trata obviamente de ningún medio totalmente fiable; y 2) todas las preguntas y respuestas fueron formuladas en alemán, idioma que aunque hablo con bastante fluidez, no es mi idioma nativo.

Pido perdón de antemano si algo de lo aquí escrito no se corresponde con la verdad. En tal caso, aseguro que no era mi intención faltar a la verdad y que sólo se trata de algún fallo de mi memoria o de mi comprensión de las preguntas y respuestas.
Se hicieron más preguntas, casi todas respondidas entre Ajan Cattamalo y Ajahn Mettiko, aunque las dos de a continuación sólo las respondió el primero de ellos.


Pregunta:

No sé si esta pregunta es para hacerla aquí en grupo o sólo se trata de un problema personal. La cuestión es que llevo ya más de un año en esto del budismo, y a pesar de estar totalmente de acuerdo con la enseñaba de Buda, convencido de su validez y de intentar vivir conforme a su enseñanza, la verdad es que no se puede decir que hoy sea más feliz que antes. Es decir, cuando uno se pasa el día pensando sobre la impermanencia, sobre el no-yo, sobre el sufrimiento y sus causas, cuando uno toma conciencia de todo esto, la vida va poco a poco dejando de tener sentido. ¿Para qué hacer o conseguir nada ya? Cuando se toma verdadera conciencia de lo enseñado por Buda, parece que ya el único camino que puede aportar una solución real es el de «dejar la vida con hogar», hacerse monje y dedicarse por completo a la consecución del Nirvana. Pero si alguien no está preparado para dar tal salto o no está dispuesto a hacerlo, como digo, todo deja ya de tener sentido, y más que a la felicidad, parece que puede conducir incluso a la depresión. No sé si me explico..

Respuesta:

Sí, te explicas. Y no, no es un problema tuyo personal, es un problema que curiosamente les suele ocurrir a muchos.
Eso pasa por que usas el budismo como medio y no como fin. Utilizas la enseñaba de Buda como una mera herramienta más para ser feliz, lo cual está de antemano condenado a fracasar. No deberías vivir una vida corriente en la que uses el budismo o cualquier otra enseñaba para conseguir tal o tal meta como la de ser feliz, sino que deberías vivir tu vida para practicar el budismo. El budismo no es una mera herramienta, el budismo es una forma de vida. El Noble Óctuple sendero se debe realizar de principio a fin, no por que se esperen conseguir ciertos frutos de él, sino porque de manera lógica comprendamos que la única forma correcta de vivir es conforme a él.
Si verdaderamente comprendes la enseñaba del Buda, entonces habrás comprendido que sólo hay un Dhamma, no hay otra cosa. De tal modo, sólo se puede vivir conforme a este Dhamma, y no usándolo este para ningún objetivo. No hay otra manera de vivir. Si sólo hay un Dhamma, si sólo hay una realidad, esos extremos de los que hablas sólo se encuentran en tu mente, proceden de tu falta de comprensión. Tienes que reducir tales extremos, tienes que eliminarlos. No importa si vives como un bikkhu o como un laico, no se puede vivir más que conforme al Dhamma.
Pero, ¿qué pasa si cuando comprendo todo esto del Dhamma estoy en un momento de mi vida en el que ya he aceptado ciertas obligaciones? Obligaciones como el haber creado una familia o cualquier otro tipo de obligación que considere un impedimento en mi camino hacia la liberación. ¿Qué debo hacer entonces? ¿Debo dejarlo todo?
Si ya hemos aceptado ciertas obligaciones, lo de verlas o no como un impedimento es otro fallo fruto de nuestra ignorancia. Sean cual sean la circunstancias de las que estemos rodeados, todo puede ser usado como práctica para nuestra liberación. Ya seas laico o seas bikkhu, tengas familia o seas un asceta, tendrás que aceptar ciertas responsabilidades u obligaciones que has de cumplir te apetezcan o no. Y no se debe huir de tales responsabilidades, sino que han de ser llevadas a cabo, no viéndolas como impedimentos para nada, sino como parte de nuestro camino.
En todo caso, todo debe fluir naturalmente, todo debe seguir su curso. Si llegado el momento tenemos firme voluntad de abandonar «la vida con hogar» y no tenemos ninguna duda al respecto, entonces sí que debemos hacerlo, porque entonces es cuando se debería hacer. Todo lo que se haga debe hacerse de forma natural, sin forzar nada. Sin hacer nada por miedo o esperando ciertos frutos, sino porque sea lo que de manera natural en ese momento tengamos la firme voluntad de hacer, porque estemos convencidos de que en ese momento ése es el camino que debemos y queremos tomar. En cuanto haya la más mínima duda, la más mínima indecisión, la más mínima culpa al respecto, ya no lo estamos haciendo de forma natural.
Como Ajahn Mettiko suele decir, no se debe huir corriendo del mundo, sino que se debe andar tranquilamente hacia el Budismo [Sus palabras exactas, en alemán, fueron: «Man muss nicht von Buddhismus weg rennen, Man muss zum Buddhismus laufen»].


Pregunta:

Ajahn Chah suele hablar de «soltar» [«lass los» en alemán]. Una y otra vez repite en sus textos lo de «tienes que soltar, tienes que dejar ir». Pero, ¿qué significa exactamente este «soltar»? ¿que debemos abandonar y olvidar todo aquello que nos preocupe o que nos cause cualquier tipo de malestar?

Respuesta:

Soltar significa comprender. Comprender que todo es como es, y vivir aceptándolo y conscientes de ello. Nada más.
Es decir, «soltar» no significa que, por ejemplo, porque hayas comprendido que tu mujer vaya a morir en algún momento, que vaya a enfermar o que con el tiempo vaya a perder su belleza la abandones y te olvides de ella. Significa que seas consciente de ello, de que tanto tú com ella como el resto de seres estamos condenados al mismo destino. Todo esto debes comprenderlo, aceptarlo y vivir siendo consciente de ello.
Ajahn Chah [entre risas] tiene una anécdota muy buena al respecto. Un día estaba paseando por el monasterio y vio que la mitad del techo del kuti de un monje estaba completamente derruido. En vez de arreglarlo, lo que este monje hacía era colocarse debajo del agujero en el techo los días en que hacía buen tiempo, e irse debajo de la parte del techo que todavía estaba bien cuando hacía mal tiempo. Ajahn Chan se acercó a él y le dijo:
¿Pero es que no piensas arreglar el techo?
A lo que el monje, sorprendido, le contestó:
Maestro, ahora sí que no le comprendo. Se pasa el día entero diciéndonos que tenemos que «soltar», que tenemos que «dejar ir». Y ahora que me pasa esto con el techo y lo «dejo ir», ¿me pregunta que por qué no lo arreglo? No lo entiendo. Ahora sí que estoy confuso.
[Prosigue entre risas] Dejar ir no significa que no reparemos el techo, que dejemos que se caiga sin más y no hagamos nada para cambiarlo. Simplemente que seamos conscientes de que el techo está condenado al desgaste y a la rotura, y de que requiere un mantenimiento. Cuando se caiga, no nos afligimos ni nos venimos nosotros también abajo pensando en nuestra mala fortuna. Simplemente lo aceptamos como lo que es, algo que tenía que pasar y que podía pasar en cualquier momento. Nos levantamos y lo arreglamos. Y no pensamos en el arreglo y en el tiempo que tal arreglo nos ocupa como en un impedimento para nuestro objetivo supremo, sino que tanto la caída del techo como su reparación son parte inseparables de nuestro camino, y ambas se pueden usar para progresar en él.

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De retiro https://elbudacurioso.com/2014/09/16/de-retiro/ https://elbudacurioso.com/2014/09/16/de-retiro/#comments Tue, 16 Sep 2014 08:48:23 +0000 https://elbudacurioso.com/?p=946 Acabo de volver de un retiro de meditación de unos días en Muttodaya, un monasterio budista Theravada de la Tradición Tailandesa del Bosque que hay en Alemania, y quería contar aquí mi breve experiencia para el que le pueda interesar. El... Seguir leyendo →

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Acabo de volver de un retiro de meditación de unos días en Muttodaya, un monasterio budista Theravada de la Tradición Tailandesa del Bosque que hay en Alemania, y quería contar aquí mi breve experiencia para el que le pueda interesar.

El monasterio es bastante pequeño, tanto de extensión como de personal: sólo cuatro monjes y tres invitados laicos que duermen allí, más otro par de invitados que suele haber por norma general y que vienen a pasar el día y colaborar un poco.

Los monjes son todos alemanes y han sido ordenados en Tailandia. Entre ellos hay dos Ajahnes, esto es, que llevan más de diez años de monacato. Cabe destacar el abad, Ajahn Cattamalo, que se ordenó en 1988 con tan sólo 22 años.

La vida en el monasterio, en cuanto a los horarios, es básicamente como se describe en el libro de invitados:

A eso de las 6:30h nos levantábamos para preparar el desayuno. A las 7 venían los monjes, cogían lo que querían y en apenas un minuto habían vuelto a desaparecer. Luego de recoger y limpiar la cocina había un par de horas en las que realizar el trabajo que cada uno, monjes incluidos, tenía asignada, generalmente de limpieza.

A eso de las 10:00h empezábamos a preparar la comida, la cual era ofrecida a las 11:00h, y tras ofrecerla y que los monjes volviesen a desaparecer con lo que hubiesen cogido, el resto de laicos que allí estuviese podía comer. Era la última comida del día, por lo que más valía quedarse suficientemente satisfecho.

El tema de la comida era algo curioso: uno de los laicos tenía que ir levantando cada bandeja o plato en señal de ofrecimiento, y uno de los monjes tocaba dicha bandeja o plato una vez en el aire en señal de aceptación. Sólo después de esto podían comer. Aquella fruta que tuviese semillas debía ser «sacrificada» para que se la pudiesen comer, y esto se hacía clavando la punta de un cuchillo sobre alguna pieza de fruta.

No podían pedir ni coger de la cocina o de cualquier otro lugar nada que los laicos no hubiésemos puesto sobre la mesa. Como máximo, algún monje entraba a revisar de vez en cuando los armarios en busca de productos que estuviesen a punto de caducar, pero jamás podían llegar a cogerlos por sí mismos, sino que cualquier laico tenía que ir a dárselos. En esto eran bastante estrictos. De hecho, una tarde llegó un monje a mi habitación a pedirme que si por favor podía bajar con él a la cocina a darle un poco de chocolate o miel, que son los únicos productos que pueden comer el resto del día en caso de que verdaderamente necesiten comer algo, para no desfallecer. Esta regla con la comida era de aplicación tanto para monjes como para los laicos que estuviesen de retiro.

En cuanto a la comida en sí, había de todo y en bastante cantidad. La verdad es que no parecen tener problema con las donaciones de alimentos. Los fines de semana hay incluso laicos de los pueblos de alrededor que vienen no solo a donar comida sino a cocinarla, preparando verdaderos banquetes.

Tras recoger y limpiar comedor y cocina, el resto del día era de uso completamente libre: podías meditar en tu cuarto o en la sala del Dhamma, leer en la biblioteca, dar un paseo por el bosque que rodeaba el monasterio o lo que se te ocurriese.. Respecto a la biblioteca, me sorprendió agradablemente encontrar que no sólo había libros de la tradición Theravada, sino que también contaban con bastantes de otras tradiciones budistas, e incluso sobre otras religiones.

Dhamma Halle Biblioteca Muttodaya

A las 19:00, durante aproximadamente una hora,  los monjes recitaban unos cánticos en la sala del Dhamma y luego se meditaba en grupo. El sábado, tras esta hora de cánticos y meditación, se podían realizar preguntas a los monjes, cosa que hice y que resultó una experiencia bastante interesante, brindándome la oportunidad de resolver por boca de verdaderos expertos un par de dudas que tenía de hace tiempo. En un próximo post transcribiré alguna de las preguntas y respuestas que se formularon.

La convivencia en general era bastante distendida. Tras leer el libro de invitados, tenía la impresión de que todo iba a ser bastante estricto, pero nada más lejos de la realidad. De hecho, mi primer contacto con ellos me dejó un poco chocado en este sentido: llegué al monasterio por primera vez a la hora de la comida, y a pesar de ser tan pocos invitados los que allí dormíamos, los monjes parecían ignorarme por completo, simplemente le preguntaron a otro de los laicos si ya me habían dado mi habitación y si todo estaba en orden. Yo pensé que, por tanto, no era costumbre que hablasen o se dirigiesen a ti, y mientras pensaba esto, llega el abad y entre risas me dice, señalando una salsa muy picante que se encontraba en la mesa, que si quería probar mi hombría tenía que probar esa salsa.

Los monjes, aunque la mayor parte del tiempo estaban recluidos en sus kutis (cabañas en el bosque), no era raro cruzárselos por la casa, y aunque obviamente no eran de mucho hablar, si tenías que preguntarles o decirles algo, no había ningún problema en hacerlo. El abad era el más relajado en este aspecto, y de hecho solía hablar sólo para soltar algún chascarrillo.

Era bastante curioso estar en su presencia, pues daban una impresión de serenidad e imperturbabilidad difícil de describir. Me recordaban mucho a un consejo de Patrul Rimpoché, que dice:

Ten presente el ejemplo de una vaca vieja,
que se da por satisfecha durmiendo en un cobertizo.
Tienes que dormir, comer y cagar,
eso es inevitable,
lo demás no es asunto tuyo.

Y esa era precisamente la sensación que daban. Iban completamente a su aire, como si nada de lo que pasase allí fuese asunto suyo. Todo lo que hacían, ya fuese coger la comida, limpiar o contestar una pregunta, lo hacían sin prisa pero sin pausa, tomándose el tiempo que necesitasen, sin mostrar ningún tipo de emoción más allá de reír o sonreír de vez en cuando.

En cuanto a las habitaciones para invitados, que solo había tres como he dicho, la verdad es que estaban bastante bien: un pequeño colchón en el suelo, un rincón con cojín para sentarte a meditar en frente de la figura de Buda, un escritorio y un armario.

En cuanto al apartado personal, la verdad es que es una experiencia que merece la pena. Eso sí, tantas horas aislado, sin nada más que hacer que leer, meditar o pasear pueden hacerse un poco largas si no vienes ya de casa con la práctica necesaria. Eso sin contar que lo de pasear apenas pude hacerlo, pues además del frío que hacía, no paraba de llover.

En fin, no sé si me dejo algo en el tintero..  ha sido una experiencia bastante curiosa y que sin duda volveré a repetir, pero que sólo se puede aprovechar bien si tienes la suficiente práctica de meditación, y en ese aspecto creo que todavía me queda algo que mejorar, pues tantas horas se me hacían en algunos momentos un poco largas.

En los próximos días transcribiré algunas de las preguntas y respuestas que se les formularon a los Ajahnes y que pueden ser de bastante interés para algunos.

– Web de Muttodaya: http://www.muttodaya.org

Antonio

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Respirando https://elbudacurioso.com/2014/08/19/respirando/ https://elbudacurioso.com/2014/08/19/respirando/#comments Tue, 19 Aug 2014 09:09:46 +0000 https://elbudacurioso.com/?p=916 Al principio piensas: “Yo estoy respirando”. El aire entra, el aire sale. Lo siento cerca de mi nariz. Al poco tiempo te olvidas de “Yo estoy respirando”. Ya no hay más “yo” ni más respiración. No hay aire que entre,... Seguir leyendo →

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Al principio piensas: “Yo estoy respirando”. El aire entra, el aire sale. Lo siento cerca de mi nariz. Al poco tiempo te olvidas de “Yo estoy respirando”. Ya no hay más “yo” ni más respiración. No hay aire que entre, ni aire que salga. No hay nariz. Hay sensación y consciencia de, y esto es pura sensación y pura atención, ya no pensamos más en las sensaciones. Estás directamente en contacto con esta sensación y es pura sensación, ni tan siquiera aire. Aire es una idea, nariz es una idea, entrar es una idea, salir es una idea. Todo esto se va y la mente entra en contacto directo con una sensación y hay pura conciencia, pura atención, sin añadidos, sin conceptos añadidos. Ni tan siquiera estás pensando en surgir y desvanecerse. Ni tan siquiera piensas en las sensaciones o la atención.

Un mapa del viaje, Sayadaw U. Jotika

NOTA: Estaré desconectado unos días, así que perdonad si no contesto a comentarios, emails y demás 🙂 

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Suelta. Siente. Medita. https://elbudacurioso.com/2014/08/15/medita/ https://elbudacurioso.com/2014/08/15/medita/#comments Fri, 15 Aug 2014 19:44:34 +0000 https://elbudacurioso.com/?p=918 Antes de meditar, lee libros, intenta descubrir qué es el samādhi, lo que significa nāma, lo que significa rūpa, lo que significa anicca, lo que significa dukkha, lo que significa anatta… Pero cuando realmente medites, suelta todo esto. Estáte simplemente... Seguir leyendo →

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Antes de meditar, lee libros, intenta descubrir qué es el samādhi, lo que significa nāma, lo que significa rūpa, lo que significa anicca, lo que significa dukkha, lo que significa anatta…

Pero cuando realmente medites, suelta todo esto.
Estáte simplemente en contacto con cualquier cosa que haya.
¡Sé muy, muy simple! .

Tienes que ser tan simple como sea posible. Simplemente estáte en contacto con la sensación, no intentes ver si está surgiendo o desapareciendo, si es dukkha o anatta, ni tan siquiera si es nāma o rūpa. Sin pensar, si puedes permanecer de este modo durante largo tiempo, surgirá espontáneamente, de forma intuitiva, lo que es y “lo que es”. Es algo de lo que no podemos hablar. No puedes hablar realmente sobre anicca. De hecho, no puedes pensar sobre anicca porque cuando lo experimentas realmente, es algo de lo que no puedes hablar. En el momento en que intentas pensar sobre ello ya no está más allí. Es por esta razón que cuando estás meditando no puedes decir: “Oh,… algo está surgiendo y desvaneciéndose, esto es anicca”. En ese momento estás pensando y ya no estás meditando, estás utilizando la función del pensamiento; estás de nuevo en la realidad ordinaria.

– Un mapa del viaje, Sayadaw U. Jotika

Estoy actualmente leyendo este excelente manual de meditación vipassana (que no se de dónde ni por qué lo tengo, pero que me he encontrado entre los archivos de mi ordenador), y quería compartirlo con todo aquél a quien le interese. Se trata de la transcripción de unas charlas dadas por un monje budista birmano, Sayadaw U. Jotika, aunque todo esa info y más se encuentra en el libro, así que no repito aquí 🙂

Puedes descargarlo directamente aquí: Un mapa del viaje revisado (es de libre acceso en internet siempre y cuando no sea con fines de lucro).

Actualizo: También puedes descargarlo desde la página de Budismo Theravada Hispano: Un mapa del viaje revisado. Mil gracias a su traductor, Giulio Lucarda 🙂

Por cierto, respecto a las palabrejas de arriba, son todas en lengua Pali y significan:

Actualizo: correcciones de Giulio Lucarda:

* Samadhi: concentración
* Nama: mente (al menos es la traducción que propone U Jotika)
* Rupa: materia (forma lo utilizamos cuando rupa está en el contexto de las seis bases internas y externas; como pareja del ojo -chakkhu)
* Anicca: impermanencia (puedes añadir, si te gusta, transitoriedad)
* Dukkha: sufrimiento, estrés (puedes añadir, si te gusta, insatisfacción)
* Anatta: ausencia de un “yo” perdurable (creo que es más fácil dejarlo así ahora 😉
(NOTA: namarupa se traduce a veces como nombre y forma, pero no es la traducción que el libro Un mapa de Viaje propone como acertada y de acuerdo a la práctica, por ello en el contexto de esta entrada, parece más coherente traducirlo así).

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Reflexiones de Ajahn Chah https://elbudacurioso.com/2014/08/13/reflexiones-de-ajahn-chah/ https://elbudacurioso.com/2014/08/13/reflexiones-de-ajahn-chah/#comments Wed, 13 Aug 2014 06:42:58 +0000 https://elbudacurioso.com/?p=910 Usted es su propio maestro. Estar buscando maestros no puede resolver sus propias dudas. Investíguese a sí mismo para encontrar la verdad – adentro, no afuera. Lo más importante es conocerse a sí mismo. Ajahn Chah Subhatto (Chao Khun Bodhinyanathera)... Seguir leyendo →

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Usted es su propio maestro. Estar buscando maestros no puede resolver sus propias dudas. Investíguese a sí mismo para encontrar la verdad – adentro, no afuera. Lo más importante es conocerse a sí mismo.

Ajahn Chah Subhatto (Chao Khun Bodhinyanathera) (Thai:ชา สุภัทโท ) (17 de junio de 1918 – 16 enero de 1992) fue uno de los grandes maestros de meditación del siglo XX, con mucha influencia en el budismo Theravāda y la tradición tailandesa del bosque.
A continuación recojo una breve selección sus reflexiones.
 
Sobre la vida y la muerte:
Nuestro nacimiento y muerte son una sola cosa. No se puede tener uno sin el otro. Resulta curioso observar cómo, frente a la muerte, las personas están tan llorosas y tristes y frente al nacimiento tan felices y alegres. Es una falsa ilusión. Creo que si usted realmente quiere llorar, sería mejor hacerlo cuando alguien nace. Llore al principio, debido a que si no hubiese nacimiento no habría muerte. ¿Puede entender esto?

¿Por qué nacemos? Nacemos para no tener que nacer otra vez.
Cuando uno no comprende la muerte, la vida puede ser muy confusa.
 
Sobre el Dhamma (la enseñanza del Buda; la verdad última);
Si el cuerpo pudiese hablar, estaría diciéndonos todo el día; «Tú no eres mi dueño ¿sabes?». En realidad nos lo está diciendo todo el tiempo, pero en el idioma del Dhamma, de modo que no estamos capacitados para comprenderlo.
¿Qué es el Dhamma? No hay nada que no lo sea.
¿Cómo enseña el Dhamma el modo adecuado de vivir? Nos muestra cómo vivir. Tiene muchas maneras de mostrarlo —en las piedras, en los árboles o solamente frente a usted. Es una enseñanza, pero no con palabras. Por lo tanto, serene la mente, el corazón, y aprenda a observar. Encontrará al Dhamma revelándose en su totalidad aquí y ahora. ¿En qué otro momento y lugar va a buscarlo?
 
Sobre la Impermanencia:
Las condiciones existen a partir de los cambios. Usted no puede impedirlo. Sólo piense: ¿podría usted exhalar sin inhalar? ¿Eso haría que se sienta bien? ¿O sólo puede inhalar? Queremos que las cosas sean permanentes, pero eso no puede ser. Es imposible.
¿Qué es lo que podemos dar por cierto? Nada. No hay nada mas que sensaciones. Surge el sufrimiento, se queda, y luego se va. Entonces la felicidad reemplaza al sufrimiento –sólo eso. Fuera de ello no hay nada. Sin embargo, somos personas perdidas corriendo y aferrándonos a las sensaciones continuamente. Las sensaciones no son reales, sólo los cambios.
 
Sobre la meditación:
No piense que sólo sentándose con los ojos cerrados usted practica. Si piensa de esta manera, entonces cambie rápidamente su forma de pensar. La práctica sostenida consiste en mantener la atención plena en cada postura, ya sea sentado, caminando, parado o acostado. Cuando deja de estar sentado, no piense que está saliendo de la meditación, sino que sólo está cambiando de postura. Si piensa así, tendrá paz. Dondequiera que se encuentre, tendrá esa disposición de práctica constantemente. Conservará una continua atención plena dentro de usted mismo.
Por supuesto que hay docenas de técnicas de meditación, pero todas ellas se resumen únicamente en esto: dejar que todo sea. Colóquese aquí a un lado, donde hay calma, fuera de la batalla. ¿Por qué no prueba?
 
Sobre el no-yo:
Una vez que usted entiende el no-ser, el agobio de la carga de la vida se va. Estará en paz con el mundo. Cuando vemos más allá del «yo» no nos aferramos más a la felicidad, y por eso podemos ser verdaderamente felices. Aprender a dejar ir sin luchar, sencillamente dejando ir, ser precisamente como es usted – sin aferrarse, sin apegarse, libre.
No sea un Bodhisatta (alguien que aspira a la iluminación); no sea un Arahant (alguien ya iluminado); no sea nada de nada. Si es un Bodhisatta, sufrirá. Si es un Arahant, sufrirá. Si usted «es»cualquier cosa, sufrirá
Una vez, un visitante le preguntó a Ajahn Chah si él era un Arahant. Él dijo: «Yo soy como un árbol en el bosque. Los pájaros vienen al árbol, se posan en sus ramas y comen de su fruto. Para los pájaros, el árbol puede ser dulce o amargo, o lo que sea. Los pájaros dicen dulce o amargo, pero desde el punto de vista del árbol, eso es sólo el parloteo de los pájaros».
 
Invitación a la práctica:
Todo lo que he dicho hasta ahora han sido meras palabras. Cuando la gente viene a verme tengo que decir algo. Pero lo mejor es no hablar demasiado sobre estas cosas. Es mejor comenzar con la práctica sin demora. Soy como un buen amigo, invitándolo a ir a alguna parte. No dude, sólo comience. No se arrepentirá.

– Ajahn Chah, No Ajahn Chah

Reflexiones sacadas del libro No Ajahn Chah.

Más sobre Ajahn Chah.

@ElBudaCurioso

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Sobre el renacimiento y otros temas https://elbudacurioso.com/2014/08/09/sobre-renacimiento-otros/ https://elbudacurioso.com/2014/08/09/sobre-renacimiento-otros/#comments Sat, 09 Aug 2014 08:54:16 +0000 https://elbudacurioso.com/?p=893 Este artículo surge a colación del anterior, el curioso caso del monje que no moría, y de las preguntas que he recibido al respecto, en concreto sobre el porqué decide un monje budista auto-momificarse. Antes de seguir, me gustaría dar las... Seguir leyendo →

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Este artículo surge a colación del anterior, el curioso caso del monje que no moría, y de las preguntas que he recibido al respecto, en concreto sobre el porqué decide un monje budista auto-momificarse.
Antes de seguir, me gustaría dar las gracias a Francisco Javier Tostado, culpable indirecto de buena parte de todas esas preguntas y comentarios 🙂
Quizá la explicación que di al final del artículo sobre lo que tal auto-momificación perseguía fue un tanto somera o poco clara, por lo que he recibido varias preguntas y comentarios al respecto. Intento aquí, por tanto, explicar el tema lo más sencillamente posible y siempre según mi visión, la cual puede por supuesto estar equivocada.
La base para comprender lo demás:
Según el budismo, todos los seres estamos atrapados en el Samsara, un ciclo eterno de renacimientos del que sólo podemos escapar alcanzando el Nirvana, la iluminación (1). Hasta que no te ilumines, estarás condenado a vagar por este ciclo de renacimientos, naciendo cada vez con un cuerpo (no necesariamente humano) y condiciones diferentes, todo ello condicionado por el Karma de tus vidas pasadas.
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Además, independientemente de lo bueno que sea tu Karma o de dónde renazcas, una de las características de toda vida es el sufrimiento. Este sufrimiento hay que entenderlo en un sentido amplio de la palabra como cualquier sensación de intranquilidad mental o de desagrado.
Por entendernos, y que me perdonen los eruditos si estoy cometiendo una atrocidad al intentar explicarlo, la iluminación (2) se podría describir como aquél estado en el que hemos cultivado nuestra mente de manera que es capaz de ver la realidad tal y como verdaderamente es, libre de ilusiones y prejuicios. Es decir, que sea plenamente consciente de la impermanencia, del sufrimiento y de la falta de esencia de todo lo surgido.
Una vez iluminados, nos hemos desecho de nuestro ego; y no habiendo ego no hay deseos, no hay apego; y no habiendo deseos, no hay sufrimiento; al no haber ego, ni deseo ni sufrimiento, estamos iluminados y quedamos libres del Samsara y de todo lo que supone: renacimiento y sufrimiento. Aunque todo esto quizá se entienda mejor viendo el budismo en un gráfico.
Una vez iluminados, nos liberamos del sufrimiento, escapamos del Samsara. ¿Pero y qué pasa con el resto de seres?
Aquí puede estar la clave de la cuestión. Nosotros hemos conseguido iluminarnos y escapar del sufrimiento, pero ¿qué pasa con los demás? Ellos siguen atrapados ahí, y la inmensa mayoría ni siquiera saben que tienen una salida. Si una de las enseñanzas de Buda es la compasión, ¿no habría que ponerla en práctica y usar nuestra iluminación para ayudarles?
En el budismo hay varias tradiciones, pero las dos principales son la Theravada y la Mahayana. Aunque todas se basan en la palabra de Buda, cada una da más importancia a algunos conceptos que a otros, además de interpretar de manera un tanto diferente algunos de estos.
En la tradición Theravada, aunque la compasión es un concepto muy importante, el énfasis se pone en la autosalvación. Nadie puede hacerlo por nosotros, sino que somos los únicos responsables de nuestra liberación. En vida hemos de cultivar la compasión, pero esta no se puede convertir en un impedimento para nuestra iluminación.
En la tradición Mahayana y otras similares, el énfasis se pone en la compasión. En dichas tradiciones, aquellos embarcados en el camino del Buda, y que reciben el nombre de bodhisativa, hacen el voto de permanecer en este ciclo de renacimientos con el objetivo de ayudar al resto de seres atrapados en él. El objetivo principal es ayudar primero a al resto de seres a liberarse del sufrimiento, postergando así la propia iluminación definitiva. Lo único que no queda del todo claro al respecto es si el bodhisativa busca iluminarse y volver renacer voluntariamente una vez iluminado o si rechaza iluminarse por completo para así no poder escapar del ciclo de renacimientos.
He dicho que «aquí puede estar la clave de la cuestión» porque quizá guarde alguna relación el ideal del bodhisativa y lo de momificarse, aunque esto lo explico más adelante.
¿Cómo que nos liberamos? ¿A dónde va nuestra alma entonces? 
En el budismo no hay alma, o al menos no entendida en el sentido cristiano de la palabra como algo infinito, indestructible y divino. Por describirlo de alguna manera, digamos que para el budismo la conciencia es el alma, pero como todo, esta tiene un surgir y un cesar. La mera muerte del cuerpo no supone el cese de la consciencia, sino que para que esta cese hay además que alcanzar el Nirvana.
¿Pero existe de verdad eso del Samsara, Karma y demás? ¿Cómo demostrarlo? ¿Hay que creer en ello y punto?
En mi opinión, y por sacrílego que les parezca a algunos, se puede estar en perfecta comunión con el camino del Buda sin creer en el Samsara, el Karma u otros conceptos similares. Al fin y al cabo, Buda era el pragmatismo hecho persona, y sus enseñanzas se basaban en poner fin al sufrimiento en esta vida, punto.
En propias palabras de Buda, discutir sobre todo aquello que no nos condujese a la liberación del sufrimiento supondría:

«Enredarse en la maraña de las opiniones, el yermo de las opiniones, el enredo de las opiniones, el lío de las opiniones, la traba de las opiniones, lo que conlleva sufrimiento, ansia, tribulación y excitación, no conduce al desengaño, al desapasionamiento, a la cesación, a la paz, al conocimiento superior, a la iluminación, al Nibbana […] No es provechoso para el objetivo, no es fundamental para la vida de santidad, no conduce al desengaño, al desapasionamiento, a la cesación, al apaciguamiento, al conocimiento superior, a la iluminación, al Nibbana, por eso no lo he explicado.»
– Sermón sobre el fuego a Vachagotta, Majjhima Nikaya. 

Pero entonces, ¿por qué se momificaban?
Como ya dije en el anterior artículo, para algunas formas de budismo nuestra conciencia pasa por cuatro etapas dentro de este ciclo de renacimientos: la etapa de la vida; la etapa de la muerte; la etapa entre la muerte y nuestro siguiente renacimiento; y la etapa del renacimiento.
En la etapa que transcurre entre la muerte de nuestro cuerpo actual y nuestro siguiente renacimiento, nuestra conciencia sigue de alguna manera dentro del cuerpo durante un corto periodo después del fallecimiento de éste, pero ya no está limitada por los sentidos que el cuerpo le proporciona, por lo cual dispone de unas condiciones más propicias para alcanzar la iluminación.
(A partir de aquí son puras especulaciones mías)
Si se consigue mantener el cuerpo en buen estado, o que este «no muera del todo», quizá se alargue el tiempo que nuestra conciencia dispone de tales condiciones propicias para alcanzar la iluminación. El objetivo real sería el intentar que nuestro cuerpo no llegase por completo a morir, sino que entrase en un estado de anabiosis o algo por el estilo.
Y si el cuerpo no llega por completo a morir, aunque se alcance la iluminación, la conciencia no dejaría este mundo, no escaparía al Samsara, por lo que podríamos permanecer aquí para ayudar de alguna manera al resto de seres. Sería una solución para los bodhisativa antes mencionados, es decir, para los que han hecho el voto de ayudar al resto de seres antes de escapar ellos mismos del Samsara.
¿Pero cómo ayudar a los demás dentro de un cuerpo momificado? Hay que tener en cuenta que algunas tradiciones del budismo son bastante místicas, por lo que buscar una explicación racional quizá sea en vano. El mero hecho de que el cuerpo de alguien iluminado siga presente y sin descomponer puede que traiga algún beneficio a sus seguidores. Precisamente esto era lo que pretendían los Sokushinbutso, también mencionados en el artículo, alcanzar la budeidad tras la muerte pero quedarse en el mundo para ayudar a su pueblo. Pero repito, al fin y al cabo todo esto son puras especulaciones mías.
O también, y mirado desde un punto de vista más escéptico, hay que saber que por muy budistas que fuesen, todas esas momias eran personas y como tanto, imperfectas y sujetas al ego, por lo que puede que quizá algunas solo buscasen impermanencia o fama y nada más.

Como he dicho al principio, todo esto no es más que mi visión del tema y puede, por tanto, estar equivocada. Si tienes otra opinión o alguna duda, no dudes en usar los comentarios 🙂
Fuentes, además de las ya citadas en el anterior artículo:


Otras notas:
1. Sobre lo que el Nirvana es: «El Nirvana es la liberación del sufrimiento inherente en la existencia (primera Noble Verdad) mediante la eliminación del deseo y del apego (segunda Noble Verdad) gracias a la percepción correcta de la realidad». -Majjhima Nikaya, Los sermones medios del Buddha, pag. 30-31, de Amadeo Solé-Leris y Abrahan Lopez de Cea.
2. Sobre explicar el Nirvana: «El problema consiste en que el Nirvana es algo que pertenece a la categoría de la pura experiencia y no es reducible a las categorías lógicas y discursivas que utilizamos para razonar y comunicarnos. Es como tratar de explicar el sabor del azúcar, por ejemplo, a alguien que no lo ha gustado nunca. Por consiguiente, todo esfuerzo por conceptualizar el Nirvana no sólo está de antemano condenado al fracaso, sino que no hace más que deformarlo, abriendo la puerta a interpretaciones arbitrarias condicionadas por el bagaje cultural o las convicciones religiosas de los que las formulan». -Majjhima Nikaya, Los sermones medios del Buddha, pag. 30-31, de Amadeo Solé-Leris y Abrahan Lopez de Cea.
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El curioso caso del monje que no moría https://elbudacurioso.com/2014/08/06/monje-budista-momificado/ https://elbudacurioso.com/2014/08/06/monje-budista-momificado/#comments Wed, 06 Aug 2014 10:05:16 +0000 https://elbudacurioso.com/?p=879 En el año 1927, a la edad de 75, el Lama Itigilov entró en un estado de meditación profunda y dejó de respirar. 47 años después, tras su segunda exhumación, el cuerpo apenas presentaba signos de descomposición. Sus seguidores lo tenían claro:... Seguir leyendo →

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En el año 1927, a la edad de 75, el Lama Itigilov entró en un estado de meditación profunda y dejó de respirar. 47 años después, tras su segunda exhumación, el cuerpo apenas presentaba signos de descomposición. Sus seguidores lo tenían claro: el lama no había muerto, sino que se encontraba en un profundo estado de meditación. ¿Pero es esto posible?
Vayamos un poco más atrás:
El Lama Itigilov, o Dashi-Dorzo Itigilov, nació en Rusia en el año 1852, donde empezó su instrucción religiosa a la edad de 16, convirtiéndose en las últimas décadas de su vida en un prominente líder espiritual. En el año 1927 pidió a otros lamas que iniciaran los ritos funerarios típicos con su cuerpo, a lo cual se negaron ya que el respetado lama seguía vivo. Itigilov comenzó a meditar sólo hasta que dejó de respirar. Dado por muerto, fue enterrado según su voluntad: en una caja de pino y en la posición en la que había muerto, la flor de loto. Todo eso eran deseos expresados en su testamento, en el cual se incluía otro curioso deseo: su cuerpo debería ser exhumado algunos años más tarde por otros monjes budistas.
La exhumación no se produjo hasta 1955 por primera vez y 1973 por segunda vez, es decir, 28 y 47 años respectivamente después de su muerte. En ambos casos, los monjes apenas apreciaron descomposición en el cadáver del lama, por lo que consideraron que no había muerto, sino que se encontraba vivo en un estado profundo de meditación. Debido a las restricciones religiosas de la Unión Soviética, los monjes mantuvieron el caso en secreto.
El 11 de septiembre de 2002 el cuerpo volvió a ser exhumado en presencia de algunos líderes budistas así como de algunos científicos y expertos en la materia. Y aquí empiezan las controversias y las diferentes teorías acerca del caso..
Cadaver del Lama Itigilov

Cadaver del Lama Itigilov


Teorías:
Para algunos de sus seguidores, como ya he dicho, el caso estaba claro: Itigilov no ha muerto, sino que se encuentra en un estado de meditación profunda.
Para el Dr. Victor Zvyagin, físico forense que analizó el cuerpo tras su última exhumación, aunque si bien no tenía ninguna duda de que Itigilov estaba muerto, llegó a la conclusión de que algunas características que su cadáver presentaban eran desconcertantes. En sus propias palabras, a pesar de llevar tantos años muerto, su cadáver se correspondía al de alguien que hubiese fallecido doce horas antes.
Para la profesora Galina Yershova, de la Russian State University for the Humanities, Itigilov no había muerto, sino que había dejado el mundo entrando en otro estado, el de la anabiosis, un estado temporal de latencia por desecación.
Para algunos, el cuerpo fue enterrado en sal, o bien se usó cualquier otro agente químico para protegerlo. Para lo de la sal, la teoría se fundamenta principalmente en una foto que muestra el pecho del cadáver y en el cual se aprecian signos del uso de la sal como agente conservante del cuerpo. Un informe de Al Jazeera también indica que el cuerpo, al menos desde su segunda exhumación en 1973, ha sido conservado en sal. En contra, las declaraciones del Dr. Victor Zvyagin, el cual afirma que no se hay signos del uso de la sal ni de cualquier otro elemento químico, ni fuera ni dentro del cadáver.
Para Brian Dunning y la Skeptic Society, sólo se trata de un buen truco perpetrado por el propio lama. Se sabe de Itigilov que tenía estudios de medicina y que había escrito incluso un libro de farmacología. Se sabe, también, que ya había antecedentes de lamas auto-momificados. Según Brian Dunning, un patólogo presente en el análisis del cadáver afirmó haber encontrado altos niveles de sales de bromo, una sustancia química usada para conservar la carne. Su teoría, por tanto, es que el propio Itigilov, basándose en sus propios conocimientos de medicina y farmacología, consumió en secreto suficiente sal de bromo durante sus últimos días de vida de manera que el cuerpo se conservara «por arte de magia» tras su muerte. La conexión entre los conocimientos de Itigilov, los antecedentes de otros lamas y los curiosos deseos expresados en el testamento de Itigilov estaba clara.
¿Pero hay más antecedentes o casos como este?
Los Sokushinbutso:
Como ha ye dicho anteriormente, en la propia tradición del Lama Itigilov ya había antecedentes de Lamas momificados tras su muerte. De hecho, podemos encontrar una enorme lista de casos en la Wikipedia en inglés bajo el artículo Buddhist mummies.
Aunque el caso más curioso lo obtenemos, como no podía ser de otra manera, de Japón, donde algunos siglos atrás unos monjes budistas de la forma del Budismo Shugendo pretendían alcanzar el estado de budeidad en vida provocándose la automomificación mediante una técnica un tanto curiosa llamada Sokushinbutso. Además de seguir estrictamente una dieta consistente en mucho ejercicio, semillas y frutos secos con el objetivo de perder grasa corporal, consumían un te venenoso que perseguía un doble objetivo: el de la pérdida de líquidos mediante el vómito que les provocaba; y que el cuerpo no fuese presa de los gusanos tras su muerte debido al veneno acumulado en él.
Pero, ¿por qué?
Según algunas formas de budismo, la muerte no es más que otro estado mental, algo así como un estadio intermedio entre nuestra conciencia actual y la de nuestro siguiente renacimiento. En este estadio intermedio se nos ofrecen las condiciones mas propicias para alcanzar la iluminación.
Supongo que lo que pretendían todos estos monjes momificados era precisamente eso, el alargar lo máximo posible el estadio entre la muerte y el próximo renacimiento, de manera que tuviesen suficiente tiempo para alcanzar la iluminación.
El ejemplo más claro de esto lo encontramos en las enseñanzas de el Bardo Thodol o Libro Tibetano de los muertos, en el cual se pretende guiar al moribundo a través de sus últimos instantes con vida y a alcanzar la iluminación en un breve periodo de tiempo tras la muerte.
Edito: aquí lo explico algo más detalladamente, Sobre el renacimiento y otros temas.

Fuentes:

Nota del autor: por más que he buscado, no he conseguido encontrar el informe de Al Jazeera.
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Si echo la vista atrás, caigo en que ha pasado ya más de un año que llevo metido «de lleno» en esto del budismo, leyendo y estudiando textos de las diferentes tradiciones, practicando meditación, participando en foros, leyendo a otros bloggers con intereses similares y demás… pero, ¿en qué ha cambiado mi vida desde entonces? ¿qué es para mí el budismo hoy en día?
Como ya he dicho en otras ocasiones, ni me adhiero a ninguna tradición budista en concreto ni soy ningún experto en la materia, por lo que todo lo aquí escrito es una mera reflexión personal de un practicante que ha leído y estudiado las enseñanzas de diversos maestros de diferentes tradiciones, principalmente al propio Buda, y de las cuales ha sacado sus propias conclusiones.
¿Qué es el budismo, para mí, hoy en día? 
Digo «hoy en día» porque al fin y al cabo esto es un continuo aprender, por lo que puede que mañana mi visión sea distinta.
Las enseñanza budistas abarcan un sin fin de temas, pero si tuviese que resumir el budismo en una frase, citaría uno de mis textos budistas de cabecera, el Adiestramiento de la mente en siete puntos, diciendo que toda enseñanza budista pretende la reducción del ego y del ensimismamiento, pues de la reducción del ego dependen el resto de enseñanzas budistas.
¿Qué es eso de la reducción del ego?
Si el ego se reduce o se elimina, se reduce o elimina también la diferencia entre el «yo» y el resto del mundo, entre lo que a ese «yo» le agrada y le disgusta. Y no habiendo diferencia entre el «yo» y el resto del mundo, crece la empatía y la compasión y, lógicamente, disminuye el egoísmo; no habiendo ya agrado o desagrado, no hay deseo ni aversión; y no habiendo ni deseo, ni aversión ni egoísmo, no hay sufrimiento, pues nada se desea ni nada se rechaza.
¿Cuál es la lógica de todo lo anterior?
No hay ningún «yo», puesto que no hay ningún alma ni ningún otro fundamento que me defina como ser independiente de manera infinita. Este cuerpo tiene un origen y tendrá un cese, no había nada antes de él que existiese como «yo» ni lo habrá después. El «yo» es un producto mental, una mera ilusión. De nuestros sentidos y de lo que experimentan surge la conciencia, y de esta surge el «yo». No hay separación real entre nuestro «yo» y el resto del mundo, y el ignorar tal característica es uno de nuestros principales problemas. (Leer Anatta, por Ajahn Brahmavamso).
Es decir, claro que existe un «yo», pero de manera impermanente. En mi caso se llama Antonio Sánchez, tiene una cara y un cuerpo determinado, una determinada historia, una determinada conciencia del mundo, un determinado carácter, unos determinados gustos y aversiones, etc… Pero todo ese cúmulo de características considerado como «yo», ese Antonio Sánchez, no existía antes de la conciencia o de la mente que hoy en día lo concibe, ni existirá tras el cese de ésta, e incluso mientras ésta existe, dicho «yo» cambia continuamente. Ese «yo» es fruto de dicha conciencia, de dicha mente, no habiendo nada en ninguna parte de este cuerpo, si lo redujera en tantas partes como fuese posible, que me defina permanentemente como algo independiente del resto del mundo. Tanto la ausencia de «yo» (Anatta, en lengua Pali) como la impermanencia (Anicca) son dos de las tres características de la realidad según el budismo.
Al estar apegados a la falsa ilusión de un «yo», y al discriminar por tanto entre ese «yo» y el «resto del mundo», distinguimos entre lo que a ese «yo» le gusta y lo que no, lo que le hace bien y lo que no, lo bueno y lo malo, los amigos y los enemigos. De la distinción surge el apego, la aversión y la indiferencia. Nos apegamos a aquello que nos agrada, a lo que queremos tener, a lo que queremos ser, a la propia idea del «yo», a la vida misma… Este apego es la causa de nuestro sufrimiento (entendido en un sentido amplio como cualquier sensación mental de desagrado o de intranquilidad), pues sufrimos cuando queremos algo y no lo tenemos, cuando luchamos por conseguirlo, cuando ya lo tenemos por miedo a perderlo, cuando lo hemos perdido, sufrimos cuando tenemos lo que no queremos, etc… Ignoramos que cualquier cosa o estado mundano al que aspiremos sólo nos puede proporcionar, como mucho, una alegría o estado placentero efímero. Este sufrimiento (Dukkha, en lengua Pali) es la otra característica de la realidad según el budismo.
Y a partir de aquí, podría extenderme largamente. Habiendo comprendido estas tres características, Anata, Anicca y Dukkha, sólo se trata de ser plenamente consciente de ellas, constantemente, pues la mera sabiduría no basta, sino que hay que cultivar nuestra mente para que vea la realidad de tal forma. Y aquí es donde entra en juego la meditación, y por supuesto, el Noble Óctuple Sendero.
Todo esto está muy bien pero, ¿ha cambiado esto mi vida en algo?
Enormemente. Y sigue cambiando, cada día un poco más, de manera casi imperceptible. Por supuesto no siempre progresando, ya que a veces la duda o la inconstancia entran en juego viéndome obligado a retroceder.
Me bastan dos palabras para describir el cambio: tranquilidad mental. Claro que me queda ego, y mucho, que sigo siendo presa del apego por lo mundano y que sigo experimentando sufrimiento: la diferencia está en el cuánto. El simple hecho de ser consciente de la ausencia del «yo», del sufrimiento y de su causa hace que te enfrentes a la vida de forma diferente. Es imposible medir cuánto ego, apego o sufrimiento he reducido, pero me basta con saber que se ha reducido, y la prueba de ello es, como digo, la estabilidad o tranquilidad mental. El miedo a la incertidumbre del futuro, el remordimiento por el pasado, la ansia por conseguir o por mantener algo, el intento de controlar cada aspecto de mi vida, etc.. todo este tipo de estados mentales de intranquilidad se han reducido enormemente, de manera que hoy en día observo cómo cosas que en otro tiempo me hubiesen causado angustia o estrés, las acepto o las dejo ir sin más, sin atisbo de intranquilidad o desagrado (o casi). Aunque todo esto ya lo expliqué de pasada en Ventajas de la meditación activa.
¿Pero estoy haciendo lo correcto?
Probablemente algunos piensen que estoy haciendo algo mal, que mi práctica no es la correcta o que he malinterpretado cualquier concepto. Ante tal cosa yo respondo con pragmatismo: a mí me funciona, y por lo tanto sigo por mi camino. Me funciona en tanto en cuanto me reporta un estado de paz mental como nunca antes había tenido.
Ya sé que abuso mucho de las citas, y para no perder la costumbre, me despido con una en relación a lo comentado de la paz mental, sacada del texto Notas desde mi cabaña de Monje:

La gente quiere poder y autoridad para que nadie los menosprecie, ni a ellos ni a sus familias. Pero los ricos tienen demasiadas preocupaciones, y los pobres demasiadas envidias. Si dependes otros en cualquier sentido, si no eres autosuficiente, entonces esos otros te poseen. Incluso cuando ayudas a un extraño, si sientes cualquier afinidad hacia tal persona, estás infringiendo la independencia de tu propio espíritu. Por una parte, es difícil mantener la independencia mientras se vive de acuerdo a las convenciones sociales, pero por la otra, si tales convenciones no se siguen, corres el riesgo de parecer un loco. Y no importa ni dónde viva ni lo que hagas, en este corto periodo de vida que te ha sido dado tu objetivo principal debería ser el alcanzar la paz mental, pero esto parece algo imposible para la mayoría de los humanos.

 
@ElBudaCurioso

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Diario de práctica: atención al cuerpo (y II) https://elbudacurioso.com/2014/07/25/practica-atencion-cuerpo-y-ii/ https://elbudacurioso.com/2014/07/25/practica-atencion-cuerpo-y-ii/#comments Fri, 25 Jul 2014 08:25:17 +0000 https://elbudacurioso.com/?p=850 Continuación del segundo artículo perteneciente al diario de práctica del Satipatthana Sutta. Prosigo describiendo los últimos dos entrenamientos de la contemplación al cuerpo. En la primera parte de este artículo puedes consultar los otros entrenamientos. 4. Contemplación del cuerpo a través de... Seguir leyendo →

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Continuación del segundo artículo perteneciente al diario de práctica del Satipatthana Sutta.
Prosigo describiendo los últimos dos entrenamientos de la contemplación al cuerpo. En la primera parte de este artículo puedes consultar los otros entrenamientos.
4. Contemplación del cuerpo a través de los elementos

«Además, monjes, el monje revisa este mismo cuerpo, en cualquier lugar o posición en que se encuentre, como consistente en los elementos de esta manera: ‘He aquí, en este cuerpo están: el elemento de la tierra, el elemento del agua, el elemento del fuego y el elemento del aire’. Al igual que un hábil carnicero o su aprendiz, que mata a una vaca y, dividiéndola en partes, se sienta con ellas en el cruce de los caminos, de la misma manera el monje revisa este mismo cuerpo, en cualquier lugar o posición en que se encuentre, como consistente en los elementos de esta manera: ‘He aquí, en este cuerpo están: el elemento de la tierra, el elemento del agua, el elemento del fuego y el elemento del aire».

Parecido al entrenamiento de la repugnancia en el cuerpo que ya comenté en el anterior post, consiste en ser consciente de los elementos que forman el cuerpo. Según el budismo, son cuatro los elementos fundamentales: tierra (elementos sólidos), agua (elementos líquidos), fuego (definidos según cada tradición de manera un tanto diferente: radiaciones, energía, calor corporal, etc..), y aire (elementos gaseosos).
Todo lo que somos o creemos ser está formado por esos cuatro elementos. Aunque creamos tener un cuerpo al que consideramos como unidad, no se trata más que de la conjunción de todos estos elementos, aunque esto quizá lo explico mejor en este artículo sobre la vacuidad.
Aunque dije que iba a realizar este tipo de meditación sin apoyarme en otro texto más que el Sutta, tenía cierta dificultad interpretando este tipo de entrenamiento, por lo que he busqué algo de información y encontré este mensaje de No-YO en el foro de Bosque Theravada (el mismo No-Yo autor de El budismo en un gráfico), del cual transcribo un extracto:

Durante mi último retiro en Wat Bonyawad, la postura de meditación que más estuve practicado fue caminando. Y hubo un día que, sin buscarlo intencionadamente, mi percepción se redujo a cuatro elementos:
– El esqueleto, y el suelo al contactar con el talón. Pero no como formas concretamente definidas, sino como una sensación abstracta de solidez.
– El sudor que me corría por debajo de la ropa y la flexibilidad de los músculos, como líquido.
– El calor de mi cuerpo, el dolor de espalda (de tanto barrer y de dormir en el suelo), el movimiento de mi cuerpo, y la voluntad de moverlo.
– El aire que respiraba, el que me rodeaba, y la sensación de espacio.
Así estuve durante un buen rato, alternando entre la observación de esos cuatro elementos (no percibia los detalles en concreto, si no su elemento básico de manera abstracta), hasta que de repente dejé de notar diferencia entre el aire de mis pulmones y el aire que me rodeaba. Era como si no estuviesen localizados en lugares diferentes, como si la sensación habitual de distancia/espacio disminuyese de intensidad y parte de mi cuerpo desapareciese (solo me sentía las piernas, al contrario que Rambo). Casi al miso tiempo, dejé de percibir mi respiración. Podía intuir vagamente si estaba inspirando o expirando, pero no podía sentir el movimiento de la respiración, ni mi voluntad de respirar. Mantuve la calma y la concentración, puesto que ya estaba avisado de que eso puede ocurrir, y entonces vino lo mejor de todo: ¡mi dolor de espalda, de piernas, y el agobio del calor se desvanecieron por completo! Tenía una sensación de calor en las zonas del cuerpo que antes me dolían, pero nada de molestia. Dejé de preocuparme de esos cuatro elementos, de la no-respiración, ¡incluso de la volición de caminar!, y seguí caminando con esa paz durante casi dos horas más.
Tengo que confesar que siempre me había parecido algo infantil, primitiva, y simplista esa clasificación de los cuatro elementos tierra-aire-fuego-agua, y nunca le había prestado gran atención. Pero no se como, sin quererlo ni buscarlo, de repente se convirtió en el objeto de mi meditación, y además me llevó a dejar de percibir el dolor. Que curioso.

Aunque no he llegado a experimentar lo mismo, pues me falta práctica, mi entrenamiento ha ido en la misma dirección que No-Yo comenta, la de percibir los cuatro elementos en mi cuerpo. Como ya he comentado en otras partes de esta serie de post, no trato de imaginarme tales elementos, sino de percibirlos, de ser consciente de ellos.
5. Sección con las nueve formas de contemplación del cuerpo en el cementerio

«Además, monjes, el monje compara este mismo cuerpo con el cuerpo arrojado al suelo del cementerio, muerto desde hace un día, o dos días, o tres días; hinchado, lívido y putrefacto de esta manera: ‘Este cuerpo mío tiene la misma naturaleza, alguna vez será igual a aquel cuerpo y no está exento de este destino».

Quizá a algunos les pueda resultar un poco tétrica este tipo de meditación, pero lo cierto es que funciona genial si queremos llegar a ser verdaderamente conscientes de la realidad impermanente en la que vivimos, de lo efímera de nuestra vida y de la realidad de la muerte. Además, en mi opinión, nos ayuda a ver todo el proceso de morir de una manera mucho más natural, a familiarizarnos con él.
Es un tipo de meditación que podemos hacer en muchos momentos del día, de manera activa. Por ejemplo, en la televisión vemos cadáveres cada vez que ponemos las noticias: víctimas de cualquier guerra o cuerpos enfermos y famélicos que mueren por escasez de recursos en algún lugar de África… cada vez que veas dichas imágenes, piensa que esos cuerpos están hechos de lo mismo que el tuyo, y que el tuyo probablemente acabe también así. Quizá no fruto de una guerra o del hambre como los que has visto, pero acabará también inertes, inmóviles y presa de la descomposición y putrefacción. O prueba a meditar usando a los ancianos como objeto de comparación: cada vez que veas a alguien al que por su edad le cueste moverse, cuya piel esté arrugada, su mente un tanto no tan fresca como en otros tiempos, con dolores, etc… piensa que, si no mueres antes, tu vas a acabar igual. Su cuerpo está hecho de lo mismo que el tuyo, y ambos tienen el mismo destino.
No sé si este tipo de meditación puede deprimir a algunas personas, pero lo cierto es que tanto el morir como el envejecer son dos procesos inevitables y nada hay que puedas hacer contra ello. Ante esto tienes dos opciones: o ignoras tal hecho o lo asimilas. Si lo ignoras, muerte y vejez van a seguir ahí, pero te pillarán desprevenido. Si lo asimilas de manera consciente, habrás dado un gran paso, pues serás plenamente consciente de la transitoriedad de la vida, lo cual te ayudará a dar la importancia que cada cosa se merece. Es decir, habrás aceptado que vas a morir, que todos vamos a morir, que todo es transitorio, y que en dicho tránsito pocas son las cosas que verdaderamente importan. Lo empiezas a ver todo como algo más natural, ni triste ni alegre, simplemente natural. Es así y punto, ni hay nada que hacer para cambiarlo ni pretendes cambiarlo.
Me despido con unos versos de Jorge Manrique al respecto de esta transitoriedad de la que hablo (ver más en Budismo y poesía española)

Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdamos:
de ellas deshace la edad,
de ellas casos desastrados
que acaecen,
de ellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallecen.

@ElBudaCurioso

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