La meditación, tal y como la entiende la mayoría de la gente, y tal y como se ha explicado hasta aquí ahora, no es la única manera de meditar. Me refiero a lo de tener por un momento que apartarse del mundo y sentarse en algún lado a «no hacer nada». Eso es lo que yo llamo la meditación pasiva y no es ni mucho menos la única manera de meditar. De hecho, si estás familiarizado con las enseñanzas del Buddha, especialmente si has leido alguna de sus enseñanzas directamente de sus sermones, sabrás que cuando hablaba de meditación (hablaba más bien de cultivo de la mente) proponía a menudo una meditación activa, que podemos hacer a cualquier hora y en cualquier lugar. Se trata simple y llanamente de estar plenamente atentos en cada momento de nuestra vida de las acciones que realizamos. Ya sea caminando, tomándonos un café, duchándonos o viendo el fútbol, hemos de ser plenamente conscientes de lo que estamos haciendo y experimentando.
Si, suena muy trivial, pero te aseguro que no es tan fácil como parece. La próxima vez que tengas que ir a cualquier sitio andando, mientras andas, intenta no pensar en nada. Intenta simplemente ser consciente de como los músculos de tus piernas se mueven, de como tus ojos intentan buscar el siguiente bache en el camino, de como tus oidos te alertan de los ruidos que te rodean, de como tus pulmones trabajan, de como el sudor resbala por tu frente o de la sensación que el viento produce en tu cara, etc… Si eres capaz de dar más de 20 pasos sin que la mente vuele con cualquiera de los pensamientos que la asaltan, ehnorabuena, tu capacidad de atención es envidiable.
Puedes empezar con tareas sencillas. Por ejemplo, la próxima vez que te tomes un café, intenta estar atento al acto de beber y al café en sí, y sólo a eso.
Por unos instantes, intenta que en tu mente solo exista el café y tú. Saborea el café y siente como pasa por tu garganta. Si está muy caliente, no pienes «debería haber esperado más», simplemente siente el calor. Si está amargo, no pienses «debería haberle echado más azucar», simplemente nota el sabor. Se consciente de cómo los músculos de tu brazo y tu mano se mueven para coger la taza de café y llevarla a tu boca, siente como tu boca se mueve para beber, etc..
Esta meditación activa funciona especialmente bien, a mi modo de ver, con ideas o sentimientos. Por ejemplo, la próxima vez que algún compañero de trabajo o amigo haga algún comentario que te ofenda y encienda tu ira, intenta, sin caer en la reflexión, ser consciente de lo que tu cuerpo y tu mente experimentan. Puede ser que tu cuerpo o alguna parte de él se tense, que el ritmo de tu respiración cambie, que miles de sentimientos negativos y malas ideas asalten tu mente. Tómate unos segundos y no pienses en los motivos de por qué dicho compañero o amigo ha dicho tal cosa, no pienses lo injusto que ha sido, no pienses qué debes hacer ahora, no pienses que te ha puesto en evidencia, no pienses en nada por el momento. Simplemente se consciente del torbellino de emociones que se desatan en ti.