{"id":727,"date":"2014-06-27T11:10:33","date_gmt":"2014-06-27T10:10:33","guid":{"rendered":"https:\/\/elbudacurioso.com\/?p=727"},"modified":"2020-09-26T13:04:43","modified_gmt":"2020-09-26T13:04:43","slug":"notas-desde-mi-cabana-de-monje","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/elbudacurioso.com\/2014\/06\/27\/notas-desde-mi-cabana-de-monje\/","title":{"rendered":"Notas desde mi caba\u00f1a de monje"},"content":{"rendered":"\n

Traducci\u00f3n completa del\u00a0H\u014dj\u014dki<\/a>,\u00a0un texto japon\u00e9s escrito en el a\u00f1o 1212 por Kamo No Chomei durante su retiro en su caba\u00f1a en el bosque, y que en espa\u00f1ol se ha titulado como \u201cNotas desde mi caba\u00f1a de monje\u201d o \u201cCanto a la vida desde una choza\u201d.<\/strong>
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La corriente del r\u00edo jam\u00e1s se detiene, el agua fluye y nunca es la misma. Las burbujas que flotan en el remanso son ilusorias: se desvanecen, se rehacen y no duran mucho tiempo.
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Cuando ves los tejados de las impresionantes casas en Heian-kyo [la actual Kyoto] compitiendo para sobresalir por encima de las otras -moradas de gente de alto o bajo estatus- parece como si fuesen a estar ah\u00ed durante generaciones, pero cuando indagas, descubres que muy pocas de ellas todav\u00eda sobreviven a tiempos pasados. <\/p>\n\n\n\n

Mientras algunas han sido reconstruidas tras arder el a\u00f1o anterior, otras han sido derruidas dando sitio a casas m\u00e1s peque\u00f1as.
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La vida de aquellos que habitan estas casas tambi\u00e9n ha cambiado. Puede que haya tanta gente como antes, pero en casas donde de joven conoc\u00eda a veinte o treinta personas, hoy apenas reconozco a una o dos. Tal y como las burbujas de agua de los remansos del r\u00edo, aquellos que mueren por la ma\u00f1ana son remplazados por los que nacen de noche.
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Todav\u00eda no tengo claro a d\u00f3nde van o de d\u00f3nde viene aquellos que nacen y mueren. <\/p>\n\n\n\n

Tampoco el por qu\u00e9 de tomarse tan arduas molestias en construir semejantes casas viviendo en un mundo tan ef\u00edmero como \u00e9ste, donde due\u00f1o y morada rivalizan en impermanencia. Ambos perecer\u00e1n, record\u00e1ndonos a las campanillas que florecen en el roc\u00edo de la ma\u00f1ana, pero que se marchitan cuando aparece el sol. <\/p>\n\n\n\n

Algunas pueden incluso marchitarse antes de que el roc\u00edo desaparezca, pero ni siquiera el roc\u00edo sobrevivir\u00e1 al d\u00eda.
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Desde que llegu\u00e9 a la edad de comprender, han pasado cuarenta a\u00f1os en los que he visto demasiadas calamidades.
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Creo que fue el 28 de Abril de 1177, a eso de las ocho de la tarde el viento soplaba fuertemente propagando hacia Noroeste el incendio que hab\u00eda comenzado en la parte Sudeste de la ciudad. Aquella noche ardi\u00f3 la puerta sur del Palacio, la C\u00e1mara del Estado, el Paraninfo de la Universidad y la Oficina del Interior. En tan s\u00f3lo una noche, todo se redujo a cenizas.
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He o\u00eddo que el fuego comenz\u00f3 en un chabola de Higuchitominokoji. Movido por el viento, fue arrasando poco a poco cada parte de la ciudad, extendi\u00e9ndose c\u00f3mo el desplegar de un abanico. Mientras las casas lejanas se ahogaban con el humo, las m\u00e1s c\u00e9ntricas eran devoradas por el remolino de fuego. El fuego se reflejaba en la inmensa nube de polvo que levantaba, coloreando el cielo nocturno de un rojo intenso, mientras que el viento hac\u00eda saltar las llamas muchos metros hacia arriba, las cuales segu\u00edan desplaz\u00e1ndose.
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Aquellos que se vieron acorralados por las llamas, perdieron toda esperanza. <\/p>\n\n\n\n

Algunos murieron ahogados por el humo, otros siendo pasto de las llamas. Los pocos que consiguieron escapar con vida, perdieron todas sus posesiones. Algunos de los grandes tesoros del palacio tambi\u00e9n fueron reducidos a cenizas. \u00bfCu\u00e1n grande fue el destrozo? Diecis\u00e9is edificios de la Corte Imperial ardieron, pero es imposible calcular la p\u00e9rdida total. Quiz\u00e1 un tercio de la capital fue destruida por el fuego. Docenas de hombres y mujeres perecieron, y qui\u00e9n sabe cuantos caballos y ganado.
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Sacrificar tanto dinero y energ\u00eda para construir una casa es absurdo, pero aun m\u00e1s absurdo es hacerlo en un sitio tan peligroso como el centro de una capital.
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As\u00ed mismo, en abril de 1180, un gran torbellino golpe\u00f3 cerca de Naka-no-Mikado, al este del Palacio Imperial, traslad\u00e1ndose hasta el Sudeste de la Sexta Calle. <\/p>\n\n\n\n

Movi\u00e9ndose violentamente por la ciudad, con una anchura de entre 300 y 400 yardas, el torbellino arras\u00f3 con cada casa que encontraba a su paso. Ninguna, sin importar su tama\u00f1o, qued\u00f3 de pie. A veces quedaban como mucho sus pilares; otras veces no quedaba ning\u00fan rastro. Puertas y tejados fueron arrancados por el viento y movidos a gran distancia, tal y como si no hubiesen ofrecido ninguna resistencia en absoluto. Todas las vallas fueron tambi\u00e9n arrancadas, desapareciendo as\u00ed las fronteras entre los vecinos. Muebles y utensilios volaron por el cielo, tal y como si se tratase de hojas movidas por el viento. Hab\u00eda tanto polvo en el aire que era mejor no abrir los ojos, y nada de lo que se dijera pod\u00eda ser o\u00eddo debido al enorme estruendo. Enseguida pens\u00e9 que esto deb\u00eda ser como el infierno. <\/p>\n\n\n\n

No s\u00f3lo los edificios fueron destruidos, sino que muchas personas tambi\u00e9n resultaron malheridas tratado de salvar sus pertenencias. El viento continu\u00f3 movi\u00e9ndose luego a trav\u00e9s de la parte central de la ciudad en direcci\u00f3n sur, donde sigui\u00f3 causando estragos.
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Desde entonces, fuertes vientos se repiten constantemente, lo cual no ser\u00eda raro de no ser por su tremenda fuerza. Algunos lo ven como un presagio budista.
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De repente e inesperadamente, en junio del mismo a\u00f1o, la capital fue trasladada. He o\u00eddo que Heian-Kyo ha sido la capital durante casi 400 a\u00f1os, desde el reinado del Emperador Saga. Es poco sabio trasladar una capital tan estable sin una raz\u00f3n especial, y de hecho esto caus\u00f3 mucha ansiedad y estr\u00e9s entre sus habitantes.
In\u00fatil fue protestar, pues todos se trasladaron, empezando por el emperador, sus ministros y otros nobles. Me pregunto si alguna de las altas personalidades qued\u00f3 en la vieja capital. Por supuesto, todo aquel que quisiese una alta posici\u00f3n en el gobierno o promocionar en la corte, se traslad\u00f3 sin demora alguna hacia la nueva capital, dejando atr\u00e1s s\u00f3lo a aquellos con poca esperanza de triunfar, o a aquellos a los que el futuro ten\u00eda poco que ofrecer. Pronto las m\u00e1s lujosas mansiones comenzaron a caer en ruina. Algunas fueron incluso destruidas, y algunas de sus piezas fueron a parar al r\u00edo Yodo, y los lugares que hasta entonces hab\u00edan ocupado se convirtieron en nuevos campo de labranza. La mentalidad de la gente cambi\u00f3 de manera r\u00e1pida: de pronto un caballo con montura ten\u00eda m\u00e1s valor que un buey y una carreta. La tierra que se extend\u00eda hacia el mar en direcci\u00f3n Sur y Este era deseada, mientras nadie quer\u00eda aquella que se extend\u00eda hacia Tohoku, en direcci\u00f3n Norte y Oeste.
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Una vez visit\u00e9 la nueva capital, en el puerto de Setsu. Era obvio que el sitio elegido era muy estrecho, tanto que ni siquiera se pod\u00edan trazar la calles de manera adecuada. En el Norte eran las monta\u00f1as las que pon\u00edan cerco a la expansi\u00f3n de la ciudad, y en el Sur era el mar. Las olas produc\u00edan un ruido estrepitoso durante todo el a\u00f1o, y el salado viento soplaba con especial fuerza. El Palacio Imperial se construy\u00f3 en las Monta\u00f1as, y los \u00e1rboles que se usaron para su construcci\u00f3n se convirtieron en la nueva moda. Todo el mundo comentaba lo peculiar de su elegancia. Las casas eran reconstruidas a partir de las piezas de aquellas que eran tiradas al r\u00edo. A pesar de que la tierra no ocupada todav\u00eda era abundante, pocas casas eran construidas. La antigua capital ya estaba en ruinas, y la nueva todav\u00eda no estaba establecida. Todos aquellos que ven\u00edan se sent\u00edan a la deriva, tal y como las nubes. Los nativos se quejaban de haber perdido sus tierras, y los reci\u00e9n llegados sobre las dificultades para construir. La gente que ve\u00eda en las calles, en vez de montar en un carro tirado por bueyes como deber\u00edan, montaban a caballo, y los que deber\u00edan haber vestido de manera elegante, parec\u00edan vestir como soldados provincianos. En estos tiempos, la gente se preguntaba si las maneras cortesanas se perder\u00edan por completo y si todo esto no era m\u00e1s que un presagio de otras grandes cat\u00e1strofes por venir. Finalmente, despu\u00e9s de tanta queja, en el invierno del mismo a\u00f1o el emperador retorn\u00f3 a Heian-Kyo. Sin embargo, por aqu\u00e9l entonces la mayor\u00eda de las mansiones ya hab\u00edan sido derruidas, y dudo que luego se volvieran a construir tantas nuevas.
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He o\u00eddo que hace mucho tiempo, un virtuoso y sabio emperador gobernaba el pa\u00eds con consideraci\u00f3n para con sus ciudadanos. Mantener uniformes los techos del Palacio no era la principal preocupaci\u00f3n, y aquellos ciudadanos que menos ten\u00edan eran exentos de pagar tributos. El pueblo lo bendec\u00eda, pues el bienestar com\u00fan era la meta de tal emperador. As\u00ed es como era, y si lo comparamos con el estado del pueblo hoy en d\u00eda, \u00bfqu\u00e9 encontramos en com\u00fan?
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Si la memoria no me enga\u00f1a, fue tambi\u00e9n en aquel periodo, bajo el reinado del emperador Yowa, que hubo una hambruna terrible que dur\u00f3 dos a\u00f1os. De primavera a verano hubo sequ\u00eda, y en oto\u00f1o e invierno tifones e inundaciones una tras de otra, de manera que los cultivos se echaron a perder por completo. Todo aquello que se intentara hacer para paliar tal situaci\u00f3n, era esfuerzo en vano. Aunque prepararon las tierras en primavera y trasplantaron el arroz en verano, hubo falta de arroz en invierno.
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En todas las provincias, los campesinos abandonaban la tierra y dejaban la regi\u00f3n. <\/p>\n\n\n\n

Algunos se fueron a vivir a las monta\u00f1as. En la Corte Imperial, muchas plegarias y ritos budistas fueron llevados a cabo, pero nada caus\u00f3 efecto. Heyan-Kyo depend\u00eda de los cultivos, y sin ellos la normalidad econ\u00f3mica no pod\u00eda ser mantenida. Dadas las condiciones, aquellos que pose\u00edan cierta riqueza intentaron venderla a cualquier precio, pero nadie quer\u00eda comprar nada. Se convirti\u00f3 en algo normal ver mendigos por las calles centrales de la capital, quej\u00e1ndose sobre su situaci\u00f3n.
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Despu\u00e9s de tanto sufrimiento, la gente esperaba que el nuevo a\u00f1o ser\u00eda m\u00e1s pr\u00f3spero, pero la miseria no hizo m\u00e1s que incrementarse, y adem\u00e1s de la hambruna, enfermedades contagiosas se extendieron. Todos sufr\u00edan de malnutrici\u00f3n, e incluso se dec\u00eda que la gente parec\u00eda como peces saltando cuando el agua se agota. La indigencia aumentaba, e incluso aquellos con elegantes vestimentas iban de casa en casa mendigando. Incluso llegu\u00e9 a ver a vagabundos de este tipo colapsar y morir en plena calle, mientras caminaban. Cada vez m\u00e1s cuerpos se amontonaban en las murallas al lado de los caminos. Dado que nadie intentaba siquiera mover de all\u00ed los cad\u00e1veres, el olor a putrefacci\u00f3n se extendi\u00f3 por todo Heian-Kyo, y la gente ni siquiera pod\u00eda ya observar tal espect\u00e1culo. La ciudad estaba invadida por el olor, y las monta\u00f1as de cuerpos se acumulaban a lo largo de la orilla del r\u00edo Kamo, no habiendo ya sitio ni para el paso de caballos y carruajes. <\/p>\n\n\n\n

Los le\u00f1adores, exhaustos, eran incapaces de transportar la le\u00f1a a la ciudad, y sin le\u00f1a con la que alimentar el fuego, la gente usaba la madera con la que estaban construidas sus propias casas para poder calentarse. No era raro que se usasen para tal fin maderas finas saqueadas de alg\u00fan templo, incluso figuras de Buda. En el mundo en que nac\u00ed, tales cosas pod\u00edan ocurrir.
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Hab\u00eda tambi\u00e9n otras tantas cosas terribles, lamentables. Nadie estaba dispuesto a abandonar a su amada esposa o marido antes de que la muerte los separase. Cuando cre\u00edan que su pareja estaba desfalleciendo, le ced\u00edan incluso su propia comida, siendo frecuente que los padres se sacrificasen por los hijos. Beb\u00e9s todav\u00eda lactantes ignoraban que su madre ya hab\u00eda muerto. Hab\u00eda muchas situaciones como estas.
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El monje Ryugyo, del Templo de Ninanji, sintiendo compasi\u00f3n por tantos que mor\u00edan sin ser siquiera tenidos en cuenta, marcaba la sagrada letra budista A en la frente de cualquier moribundo que se encontrase, enlazando as\u00ed su destino al de Buda. La primera estimaciones sobre la cantidad de muertos durante los dos meses de Abril y Mayo en la ciudad de Heian-kyo arroj\u00f3 una cifra de m\u00e1s de 42.300 v\u00edctimas. Si contamos todos los que murieron antes y despu\u00e9s, as\u00ed como a aquellos que lo hicieron fuera de la ciudad, el n\u00famero total excede con creces tal estimaci\u00f3n. Y si tenemos en cuenta el resto de provincias, el n\u00famero ser\u00eda aun m\u00e1s sobrecogedor.
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He o\u00eddo que durante el tiempo del Emperador Sutoku hubo una situaci\u00f3n parecida, pero no viv\u00ed tal \u00e9poca. La miseria que vi con mis propios ojos en esta \u00e9poca ya es suficiente.
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No mucho despu\u00e9s, en 1185, hubo un violento terremoto que caus\u00f3 un da\u00f1o terrible. Las monta\u00f1as se derrumbaron, los rios se desbordaron, y las olas del mar inundaron la tierra. La tierra se abri\u00f3 en dos y el agua brot\u00f3 de ella. Las rocas de las monta\u00f1as cayeron hasta llegar a los valles. Los barcos flotaban a la deriva en el mar, y los caballos eran incapaces de trotar por los caminos. En Heian-kyo, ni un s\u00f3lo templo qued\u00f3 en pie. Polvo y cenizas cubrieron el cielo. El sonido de los movimientos de la tierra, unido al que produc\u00edan las casas al derrumbarse, retumbaba como los truenos. La gente que se encontraba dentro de las casas fallec\u00edan al instante, y aquellos que escapaban de ellas se ten\u00edan que enfrentar a los agujeros abiertos en la tierra. Sin poder volar, nadie pod\u00eda escapar de tal desastre. S\u00f3lo hay que imaginarse su miseria. De entre todas las cat\u00e1strofes, debemos concluir que la del terremoto es la peor.
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Durante dicho terremoto, el hijo \u00fanico de un samur\u00e1i, de unos seis o siete a\u00f1os, se encontraba jugando inocentemente bajo el techo de una muralla de barro, construyendo una casa de juguete, cuando de repente la muralla colaps\u00f3 y cay\u00f3 enterr\u00e1ndolo. Fue tal la violencia del derrumbe, que su cad\u00e1ver apenas pod\u00eda se reconocido. Incluso sus globos oculares hab\u00edan salido varios cent\u00edmetros hacia afuera. Es imposible expresar en palabras cuan la pena que sent\u00ed al ver a su madre y a su padre, llorando y gritando a voz viva, sosteniendo su peque\u00f1o cad\u00e1ver entre los brazos. Ver que ni siquiera tal bravo guerrero como lo era un samurai\u00a0pod\u00eda simular las l\u00e1grimas en sus ojos ni reprimir la agon\u00eda de ver morir a su ni\u00f1o, despertaba mi compasi\u00f3n.
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Los temblores cesaron al poco tiempo, pero luego continuaron. Despu\u00e9s del gran terremoto, hay entre veinte y treinta peque\u00f1os temblores al d\u00eda. Con el paso de los d\u00edas, el tiempo entre temblor y temblor se iba alargando, habiendo cuatro o cinco temblores diarios, luego dos o tres, luego cada par de d\u00edas, etc.. as\u00ed durante tres meses.
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De entre los cuatro grandes elementos reconocidos por el budismo, tres -fuego, agua y aire- se asocian frecuentemente a desastres naturales, pero el elemento tierra es com\u00fanmente asociado con la estabilidad. Creo que fue en la era de Saiko cuando hubo un terremoto tan severo que da\u00f1\u00f3 el cuello del Gran Buda de Todaiji, haciendo incluso que su cabeza cayera. Aquellos que vivieron tal terremoto hablaban de \u00e9l como si se tratase de uno de los peores males que pudiesen ocurrir. <\/p>\n\n\n\n

Pero los meses y los a\u00f1os pasaron, y poco a poco tal terremoto dej\u00f3 de ser una preocupaci\u00f3n, de manera que hoy en d\u00eda es dif\u00edcil encontrarse con alguien que todav\u00eda hable de \u00e9l.
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Normalmente, la gente responde ante tales desastres en funci\u00f3n de su propia experiencia. S\u00f3lo le dan la importancia y consideraci\u00f3n que se merecen cuando ellos o su entorno cercano han sido los afectados.
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Aquellas personas de bajo estatus que se convierten en vecinos de alg\u00fan hombre poderoso, incluso cuando tienen una causa para ser felices, no puede celebrar abiertamente ni su felicidad ni su pena, debiendo silenciar su lamentaci\u00f3n y su llanto. Su conducta es controlada por la ansiedad, ya que en cualquier situaci\u00f3n en la que se encuentren, se sienten tan vulnerables como un loro atrapado en el nido de un halc\u00f3n. Los pobres que viven al lado de los ricos, tanto por la ma\u00f1ana como por la noche se sienten humillados por su propia apariencia miserable y por la aduladora condescendencia de su vecino. Los malos sentimientos invaden a la familia, pues mujer e hijos envidian a los sirvientes del vecino, los cuales miran con expresi\u00f3n altiva. Nunca podr\u00e1n experimentar paz mental. Si el vecindario est\u00e1 abarrotado y la casa de al lado comienza a arder, no hay escapatoria posible ante el irremediable incendio. Si por el contrario se vive en las afueras de la ciudad, el problema es el ir y venir, adem\u00e1s de la preocupaci\u00f3n por ser atacado por los ladrones. La gente quiere poder y autoridad para que nadie los menosprecie, ni a ellos ni a sus familias. Pero los ricos tiene demasiadas preocupaciones, y los pobres demasiadas envidias. Si dependes otros en cualquier sentido, si no eres autosuficiente, entonces esos otros te poseen. Incluso cuando ayudas a un extra\u00f1o, si sientes cualquier afinidad hacia tal persona, est\u00e1s infringiendo la independencia de tu propio esp\u00edritu. Por una parte, es dif\u00edcil mantener la independencia mientras se vive de acuerdo a las convenciones sociales, pero por la otra, si tales convenciones no se siguen, corres el riesgo de parecer un loco. Y no importa ni d\u00f3nde viva ni lo que hagas, en este corto periodo de vida que te ha sido dado tu objetivo principal deber\u00eda ser el alcanzar la paz mental, pero esto parece algo imposible para la mayor\u00eda de los humanos.
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Esto ha sido un hecho en mi vida. Al principio, hered\u00e9 la casa de mi abuela y viv\u00ed all\u00ed durante mucho tiempo. El destino quiso que se rompiera la relaci\u00f3n de parentesco, por lo que no pude seguir viviendo all\u00ed. Ten\u00eda treinta a\u00f1os cuando me constru\u00ed una peque\u00f1a casa. Comparada con la anterior, esta ten\u00eda a penas una d\u00e9cima parte de su tama\u00f1o. No se trataba m\u00e1s que de mi refugio d\u00f3nde dormir, y por tanto se construy\u00f3 con la modestia que merec\u00eda. Aunque le a\u00f1ad\u00ed una muralla de barro, ni siquiera ten\u00eda puerta, y con soportes de bamb\u00fa constru\u00ed una cochera. Si nevaba o el viento soplaba, hab\u00eda problemas. Debido a que estaba al lado del canal del r\u00edo Kamo, hab\u00eda un gran peligro de inundaci\u00f3n, y adem\u00e1s hab\u00eda muchos robos por la zona.
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Era dif\u00edcil encontrar un lugar donde vivir de manera satisfactoria, vi\u00e9ndome obligado a enfrentarme a los problemas mundanos durante treinta a\u00f1os. Durante tal periodo, mientras tropezaba de una situaci\u00f3n a la otra, llegu\u00e9 a comprender que todo estaba en manos del destino. Por lo tanto, en la primavera del a\u00f1o en el que cumpl\u00ed los cincuenta, abandon\u00e9 la casa y busqu\u00e9 mi reclusi\u00f3n del mundo. Ya que no ten\u00eda ni mujer ni ni\u00f1os, ni rango ni oficio, \u00bfcu\u00e1l era mi prop\u00f3sito en el mundo? No ten\u00eda m\u00e1s obligaci\u00f3n que m\u00ed mismo, por lo que me sent\u00eda libre para irme de retiro mon\u00e1stico. <\/p>\n\n\n\n

A pesar de que no me sent\u00eda apegado a nada, hab\u00eda estado viviendo durante a\u00f1os en Ohara sin ning\u00fan objetivo.
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Ahora tengo sesenta a\u00f1os, y cambiando de nuevo mi manera de vivir, he construido una casa en la que conf\u00edo pasar mis \u00faltimos a\u00f1os. Tal y como un gusano de seda construye su capullo, la he dise\u00f1ado como si fuese para un viajero que necesita cama y resguardo una sola noche. Esta casa, comparada con aquella otra que constru\u00ed en mi treintena, no debe representar ni una cent\u00e9sima parte de su tama\u00f1o. <\/p>\n\n\n\n

Algunos no ven correcto esto que estoy haciendo de ir viviendo en casas cada vez m\u00e1s peque\u00f1as mientras mis a\u00f1os aumentan. Comparado con las dem\u00e1s, esto ni siquiera parece una casa. Mide solo tres metros cuadrados, y la altura es de apenas dos metros. No la constru\u00ed pensando en otras casas en las que he vivido a lo largo de mi vida. Arm\u00e9 los cimientos y constru\u00ed un simple tejado uniendo maderas que colgaban de unos pasadores met\u00e1licos. Dise\u00f1\u00e1ndola de esta manera, si de repente el lugar donde se encontraba dejaba de agradarme, era f\u00e1cil trasladarla a otro sitio. <\/p>\n\n\n\n

Est\u00e1 construida de manera que se pude desmontar f\u00e1cilmente en piezas, y aparte de pagar el alquiler de dos carros, no se requiere ning\u00fan otro gasto para moverla de lugar.
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De manera que me he retirado a vivir en las monta\u00f1as Hino en esta caba\u00f1a de ermita\u00f1o de tres metros cuadrados. Afuera, en la parte Este, donde el tejado se extiende menos de un metro, hay suficiente espacio para encender un fuego con la le\u00f1a que he conseguido reunir. En la parte Sur, extend\u00ed una alfombra de bamb\u00fa. Dentro, en la parte Oeste, una estanter\u00eda hecha para los ofrecimientos de agua a Buda. En la parte Norte, un retrato del Buda Amida y del Bodhisativa Fugen, y frente a ellos el Sutra de Kekyo. Dentro, en la parte este, una cama de helechos donde reposar de noche. En el Suroeste, un estante de bamb\u00fa con tres cestas negras forradas de cuero donde guardo extractos de libros de poes\u00eda, m\u00fasica y sutras. As\u00ed es la humilde morada temporal de este ermita\u00f1o.
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Afuera de la caba\u00f1a, hacia el sur, hay una especie de canal construido con piedras para acumular el agua. Y como estoy rodeado por el bosque, es f\u00e1cil conseguir peque\u00f1as ramas para encender fuego. El nombre del lugar es Toyama, y las plantas trepadoras apenas dejan transitar el camino hacia aqu\u00ed. Aunque el valle est\u00e9 repleto de \u00e1rboles, hacia el Oeste est\u00e1 algo m\u00e1s claro, haciendo que las vistas sean las convenientes para un meditador silencioso. En primavera, el viento agita las flores, tantas floreciendo en el Oeste que parece como si el Buda Amida estuviera viniendo montado sobre nubes p\u00farpuras. En verano puedo o\u00edr el canto del cuco, el cual me promete ser mi gu\u00eda en la monta\u00f1a camino hacia mi muerte. En oto\u00f1o el sonido de la chicharra llena el o\u00eddo, y cu\u00e1ndo lo oigo, no puedo evitar afligirme pensando en la transitoriedad de la vida en este mundo. En invierno contemplo emocionado c\u00f3mo la nieve se amontona y luego se derrite, y lo comparo con los pecados de la gente que desaparecen mediante el arrepentimiento. Si recitar alguna oraci\u00f3n supone un problema, o si no encuentro tiempo para leer los sutras, nadie hay aqu\u00ed para acusarme de vago. No hay nadie que pueda interferir en mi voluntad. Y si no me impongo la regla del silencio como disciplina espiritual, tal y como es mi responsabilidad, vivir en soledad hace que sea dif\u00edcil de todos modos el no cumplir con tal regla. Si en otras circunstancias no tuviese la fuerza de voluntad suficiente como para cumplir con los preceptos, me pregunto c\u00f3mo iba a no cumplirlos en este entorno, en el que no me queda otra posibilidad que cumplirlos. Aun as\u00ed, nunca rompo las reglas.
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Por la ma\u00f1ana, veo a los botes ir y venir en la vecindad de Kanoya. Cuando veo que, despu\u00e9s de que un bote pase, las blancas olas que produce desaparecen de manera inmediata, no puedo evitar ver reflejadas en ellas la transitoriedad de mi propia existencia, lo que me recuerda a la poes\u00eda del sacerdote Mansei. Por la tarde, con el viento agitando los \u00e1rboles y el sonido que sus hojas producen, imito al Ministro Minamoto Tsunenobu tocando la biwa [instrumento musical]. Si despu\u00e9s de todo esto me queda \u00e1nimo, intento habilidosamente combinar el sonido del koto [instrumento musical] con el de que el viento de oto\u00f1o produce al soplar entre los pinos o en el valle. No soy demasiado habilidoso tocando estos instrumentos, pero como nadie puede o\u00edrme, tampoco es que me importe. S\u00f3lo, tocando mis instrumentos y candando para m\u00ed mismo y mi regocijo personal.
Tambi\u00e9n hay una modesta choza al pie de la monta\u00f1a, donde viven el guardabosques y un ni\u00f1o peque\u00f1o que a veces viene a visitarme . Cuando me aburro, el se convierte en mi acompa\u00f1ante de paseo. Tiene diez a\u00f1os y yo sesenta, pero ambos encontramos el mismo placer paseando. A veces recolectamos hierbas y b\u00falbos, o vamos al arrozal al pi\u00e9 del monte y recogemos las espigas ca\u00eddas, con las que tejemos diferentes figuras. Si el d\u00eda es lo suficientemente luminoso, subimos a lo alto del monte a contemplar las vistas. Esta monta\u00f1a es un buen lugar con muy buenas vistas, y dado que nadie posee dichas vistas, nadie puede impedirme disfrutar de ellas.
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Cuando tengo ganas de seguir caminando, continuo y atravieso una serie de picos para ir a visitar el Templo de Iwama o el de Ishiyama. Otras veces cruzo el Awazu para ir a ver las ruinas de la caba\u00f1a donde vivi\u00f3 el viejo Semimaru, o curo el r\u00edo Tanakami para visitar el tumba de Sara Maru Taiyu. En el camino de vuelta, dependiendo de la temporada, observo el paisaje y recolecto algunas frutas para com\u00e9rmelas u darlas a Buda como ofrenda.
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A veces por la noche, si me siento s\u00f3lo, observo la luna desde la ventana de mi caba\u00f1a y pienso en los viejos amigos mientras las l\u00e1grimas brotan de mis ojos. Las luci\u00e9rnagas que sobrevuelan en la pradera parecen fogatas en Maki no Shima. Al anochecer, me encanta escuchar como la lluvia golpea las hojas de los \u00e1rboles. El canto de los p\u00e1jaros me recuerda al ni\u00f1o que llama a su madre a o su padre. Y cuando veo que alg\u00fan ciervo salvaje se aproxima sin miedo, recuerdo cu\u00e1n separado he estado hasta entonces de la sociedad. O cuando, desvelado, enciendo de nuevo el fuego, lo hago como si se tratase de un viejo amigo. Esta monta\u00f1a no tiene lugares que asusten, y la lechuza solitaria, m\u00e1s que sonara amenazante, suena encantadora. La escena de la monta\u00f1a, yendo a trav\u00e9s de los magn\u00edficos efectos de las cuatro estaciones, ofrece un cambio abundante que nunca colma tu inter\u00e9s. Cuando pienso en esto, creo que cualquier persona reflexiva o sabia encontrar\u00eda la situaci\u00f3n que he descrito de un incalculable valor.
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Aunque cuando llegu\u00e9 aqu\u00ed pensaba que vivir\u00eda en este lugar durante un corto periodo de tiempo, han pasado ya cinco a\u00f1os. Me he acostumbrado a esta residencia temporal. Las hojas ca\u00eddas se han amontonado en el tejado, y la verdina ha crecido en los cimientos. Naturalmente, de vez en cuando, oigo las novedades que vienen de Heian-kyo y cu\u00e1nta gente de alto estatus ha fallecido desde que me retir\u00e9 al bosque. No podr\u00eda contar el n\u00famero de personas de baja posici\u00f3n que han fallecido o cuyas casas han sido consumidas por el fuego. Pero yo no tengo ninguna preocupaci\u00f3n por la seguridad de mi residencia temporal. Incluso si es peque\u00f1a, me ofrece un lugar donde dormir de noche y sentarme de d\u00eda, no habiendo escasez de espacio para mi cuerpo. Me provee de un peque\u00f1o caparaz\u00f3n, tal y como la del cangrejo ermita\u00f1o. Y tal la \u00e1guila pescadora, que vive lejos de los humanos por miedo. As\u00ed soy yo tambi\u00e9n, una mezcla entre cangrejo ermita\u00f1o y \u00e1guila pescadora.
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Si te sientes inseguro viviendo en la ciudad, deber\u00edas abandonar todo deseo mundano. S\u00f3lo la vida tranquila es importante y el buscar el placer dentro de sus privaciones. La personas ordinarias no pueden abandonar sus casas, pues creen que son necesarias para su preservar su seguridad y estabilidad. Muchos necesitan el tener un lugar para su mujer e hijos, para la estructura familiar, para sus amigos y conocidos. No construyen sus casas para sus propias necesidades, sino para las necesidades de otros. Pocos son los que carecen de la necesidad de tener una casa. Cuando me preguntaron el porque de vivir como vivo, respond\u00ed que dadas mis circunstancias, el no tener ni esposa ni hijos ni la necesidad de sirvientes, \u00bfpara qu\u00e9 construir una casa m\u00e1s grande? \u00bfCon qui\u00e9n habr\u00eda de compartirla?
Puede que sea importante para la gente que tiene amigos el tener una buena casa, y la gente superficial tiene muchos amigos. Pero no es necesario para la gente que tiene amistades o un car\u00e1cter afable. Si eres de los que crees que en soledad encontrar\u00e1s la dicha, lo mejor ser\u00e1 que la m\u00fasica y los paisajes cambiantes del bosque sean tus amigos. Los sirvientes esperan grandes retribuciones, pero no promueven la paz ni la tranquilidad de la persona a la que sirven. Es por eso que yo vivo sin sirvientes. Me he convertido, por as\u00ed decirlo, en mi propio sirviente. Incluso si es fatigoso tener que hacerlo todo por ti mismo, es preferible esta fatiga a usar la fatiga de otras personas en tu beneficio. Si tengo algo que hacer, uso mi propio cuerpo. Si tengo que caminar, uso mis propias piernas. Incluso teniendo un s\u00f3lo cuerpo, el trabajo siempre puede ser realizado entre dos, pues tenemos dos piernas y dos brazos. Con mis manos como sirvientes y mis piernas como veh\u00edculo, soy autosuficiente. Y como soy consciente de mi cuerpo y de sus sensaciones, s\u00e9 perfectamente cuando tengo que descansar y cuando no. Si me siento cansado, descanso. Y, de hecho, este continuo movimiento y esfuerzo es sano, pues te mantiene delgado y en buena salud. \u00bfPara qu\u00e9 usar entonces la energ\u00eda y fuerza de otras personas, si usara la tuya propia es algo tan beneficioso?
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La vestimenta y el alimento tampoco suponen un gran problema, pues el bosque me suministra todo lo necesario para comer y tejer mis propias prendas. Adem\u00e1s, desde que vivo en aislamiento, la apariencia de mi vestimenta no me preocupa en absoluto. Respecto a la comida, aunque mi dieta pueda parecer lamentable, todo lo que como lo he recolectado con mis propias manos y doy gracias al cielo por ella. <\/p>\n\n\n\n

Todo esto me conduce a la felicidad, a una vida llena de riquezas en comparaci\u00f3n con mi vida anterior.
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Desde que comenc\u00e9 mi retiro, el miedo y el resentimiento hacia los otros ha desaparecido. Ya que la vida se somete s\u00f3lo al control del cielo, no me importa si vivo mucho o poco. No me preocupa la muerte temprana, pues me siento como una nube flota sin queja. La felicidad de mi vida se resume en una tranquila siesta, y en la esperanza de ver la belleza de las cuatro estaciones en el bosque.
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En general, el pasado, presente y futuro de la historia de los seres\u00a0humanos es tan solo un producto de la mente. Sin paz mental, cualquier posesi\u00f3n carece de sentido. <\/p>\n\n\n\n

Ahora moro en mi tranquila residencia. Es s\u00f3lo una caba\u00f1a de tres metros, pero la amo. Cuando voy a la capital a por alguna cosa, puede que me sienta avergonzado de mi apariencia de mendigo, pero cuando retorno siento pena por la gente que veo all\u00ed, tan inmersos y preocupados con sus riquezas y sus honores, tan atareados. Si tienes dudas sobre lo que hablo, piensa en los peces y en los p\u00e1jaros: los peces siempre est\u00e1n en el agua, y aun as\u00ed no se cansan de ella. Aunque si no eres un pez, probablemente no lo entiendas; los p\u00e1jaros, por su parte, anhelan vivir en el bosque. <\/p>\n\n\n\n

Aunque si no eres un p\u00e1jaro, probablemente tampoco entiendas sus motivos. Mis sentimientos hacia mi tranquila residencia suponen lo mismo. \u00bfQui\u00e9n puede entenderlo si nunca lo ha probado?
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Mi vida, tal y como la luna menguante, est\u00e1 a punto de acabar. Los d\u00edas restantes son pocos. Los actos de mi vida entera pueden ser criticados. Una ense\u00f1anza budista importante es la de no apegarse a nada en este mundo, y es ahora cuando comprendo que es un crimen amar tanto este retiro. Me he empe\u00f1ado en vivir aqu\u00ed de manera silenciosa, lo que quiz\u00e1 tambi\u00e9n pueda haberse convertido un obst\u00e1culo para mi liberaci\u00f3n. \u00bfPor qu\u00e9 estoy perdiendo el tiempo hablando sobre \u00e9sta in\u00fatil felicidad con tan poco tiempo restante? Esto no es lo que se debe hacer.
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Reflexionando sobre esto durante una tranquila noche, intento encontrar respuestas a mis propias preguntas: \u00abChomey, intentar escapar del mundo y\u00e9ndote a las monta\u00f1as y ordenar tu desordenado coraz\u00f3n es parte de la pr\u00e1ctica budista. Y aun as\u00ed, mientras intentas convertirte en un monje puro, tu coraz\u00f3n sigue tentado por las impurezas. Incluso aunque lo hayas intentado, incluso aunque se te conceda el beneficio de la duda, no has conseguido perfeccionar tu pr\u00e1ctica. Y si lo has hecho, en todo caso se trata de pura casualidad. \u00bfNo te preocupa el castigo que tu karma te pueda por esto infringir? \u00bfO no te habr\u00e1s vuelto acaso un loco entre tanta soledad?<\/em>\u00bb <\/p>\n\n\n\n

Cuando me examino de esta manera, mi coraz\u00f3n no encuentra ninguna respuesta. <\/p>\n\n\n\n

Queda solo un camino: hago uso de mi lengua y canto un par de oraciones m\u00e1s mientras espero la venida del Buda Amida. Eso es todo.
Escribo esta carta en el a\u00f1o 1212, finales de marzo. Me he convertido en un monje y sigo en mi caba\u00f1a en el monte Toyama.
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Puedes leer el texto en\u00a0
esta traducci\u00f3n al ingl\u00e9s<\/a>, o el\u00a0original en japon\u00e9s<\/a>.
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