Sé que llevo mucho tiempo sin aparecer por aquí ni escribir nada, pero eso no significa que haya abandonado el blog. Simplemente, tal y como ya escribí en su momento, escribo algo aquí cuando considero que tengo algo interesante que compartir, y hasta hoy no se ha dado el caso 🙂 Me estoy leyendo un interesante libro de Ajahn Brahm y quería compartir una pequeño fragmento que he encontrado particularmente curioso.
El libro, que no lo he encontrado en español, me lo estoy leyendo en alemán y se titula «Die Kuh, die weinte» (algo así como «la vaca que lloró»), aunque su título original en inglés es muy diferente, «Opening the Door of your Heart», ISBN 978-0733623110). Intento traducir el fragmento lo mejor que puedo:
…En mi primer año como monje en el noroeste de Tailandia me encontraba sentado con otros dos monjes en el asiento trasero de un coche. Mi maestro, Ajahn Chahn, se encontraba en el asiento del copiloto. De repente se giró hacia nosotros y, dirijiéndose a un novicio americano que estaba sentado a mi lado, dijo algo en Tailandés. El otro monje que se encontraba con nosotros dominaba dicho idioma, por lo que hacia de traductor simultaneo:
– Ajahn Chan dice que sabe que tu estás pensando ahora mismo en la novia que has dejado en Los Ángeles.
El joven americano quedó muy sorpendido. ¡Parecía que Ajahn Chahn le hubiese leido el pensamiento! El maestro sonrió y prosiguió:
– No te preocupes, podemos encontrar una solución. La próxima vez que le escribas, pídele que, por favor, te mande algo muy personal, algo único, algo que sólo le pertenezca a ella y a nadie más y que, por tanto, te haga recordarla cada vez que la eches de menos.
– Pero, ¿puede hacer un monje tal cosa? – preguntó el americano muy sorprendido.
– Por supuesto. -respondió Ajahn Chahn
¿Acaso era posible que hubiese lugar para el amor en la vida de un monje?
Tras las siguientes palabras de Ajahn Chahn, el monje que traducia comenzó a reir fuertemente. Duró un rato hasta que consiguió calmar la risa lo suficiente como para seguir con la traducción.
– Ajahn Chahn dice…. -decía el traductor con lágrimas en los ojos mientras intentaba en vano acallar la risa- Ajahn Chahn dice que aquello tan único y singular que le tienes que pedir es que te llene una botella con su heces y te la mande. Así cada vez que la eches de menos, podrás abrir la botella.