Ajahn Cattamalo es el abad del monasterio de Muttodaya, un monasterio budista Theravada de la Tradición Tailandesa del Bosque en Alemania. Alemán de nacimiento, fue ordenado monje (bikkhu) en 1988 en Tailandia bajo la tradición del venerable Ajahn Chah.
Estas fueron algunas de las preguntas que respondió durante mi retiro en dicho monasterio.

¡¡¡Importante!!! En cuanto a la fiabilidad de lo aquí escrito: 1) transcribo todas las preguntas y respuestas directamente desde mi memoria exactamente cuatro días después desde que fueran formuladas, y aunque suelo tener buena memoria, no se trata obviamente de ningún medio totalmente fiable; y 2) todas las preguntas y respuestas fueron formuladas en alemán, idioma que aunque hablo con bastante fluidez, no es mi idioma nativo.

Pido perdón de antemano si algo de lo aquí escrito no se corresponde con la verdad. En tal caso, aseguro que no era mi intención faltar a la verdad y que sólo se trata de algún fallo de mi memoria o de mi comprensión de las preguntas y respuestas.
Se hicieron más preguntas, casi todas respondidas entre Ajan Cattamalo y Ajahn Mettiko, aunque las dos de a continuación sólo las respondió el primero de ellos.


Pregunta:

No sé si esta pregunta es para hacerla aquí en grupo o sólo se trata de un problema personal. La cuestión es que llevo ya más de un año en esto del budismo, y a pesar de estar totalmente de acuerdo con la enseñaba de Buda, convencido de su validez y de intentar vivir conforme a su enseñanza, la verdad es que no se puede decir que hoy sea más feliz que antes. Es decir, cuando uno se pasa el día pensando sobre la impermanencia, sobre el no-yo, sobre el sufrimiento y sus causas, cuando uno toma conciencia de todo esto, la vida va poco a poco dejando de tener sentido. ¿Para qué hacer o conseguir nada ya? Cuando se toma verdadera conciencia de lo enseñado por Buda, parece que ya el único camino que puede aportar una solución real es el de «dejar la vida con hogar», hacerse monje y dedicarse por completo a la consecución del Nirvana. Pero si alguien no está preparado para dar tal salto o no está dispuesto a hacerlo, como digo, todo deja ya de tener sentido, y más que a la felicidad, parece que puede conducir incluso a la depresión. No sé si me explico..

Respuesta:

Sí, te explicas. Y no, no es un problema tuyo personal, es un problema que curiosamente les suele ocurrir a muchos.
Eso pasa por que usas el budismo como medio y no como fin. Utilizas la enseñaba de Buda como una mera herramienta más para ser feliz, lo cual está de antemano condenado a fracasar. No deberías vivir una vida corriente en la que uses el budismo o cualquier otra enseñaba para conseguir tal o tal meta como la de ser feliz, sino que deberías vivir tu vida para practicar el budismo. El budismo no es una mera herramienta, el budismo es una forma de vida. El Noble Óctuple sendero se debe realizar de principio a fin, no por que se esperen conseguir ciertos frutos de él, sino porque de manera lógica comprendamos que la única forma correcta de vivir es conforme a él.
Si verdaderamente comprendes la enseñaba del Buda, entonces habrás comprendido que sólo hay un Dhamma, no hay otra cosa. De tal modo, sólo se puede vivir conforme a este Dhamma, y no usándolo este para ningún objetivo. No hay otra manera de vivir. Si sólo hay un Dhamma, si sólo hay una realidad, esos extremos de los que hablas sólo se encuentran en tu mente, proceden de tu falta de comprensión. Tienes que reducir tales extremos, tienes que eliminarlos. No importa si vives como un bikkhu o como un laico, no se puede vivir más que conforme al Dhamma.
Pero, ¿qué pasa si cuando comprendo todo esto del Dhamma estoy en un momento de mi vida en el que ya he aceptado ciertas obligaciones? Obligaciones como el haber creado una familia o cualquier otro tipo de obligación que considere un impedimento en mi camino hacia la liberación. ¿Qué debo hacer entonces? ¿Debo dejarlo todo?
Si ya hemos aceptado ciertas obligaciones, lo de verlas o no como un impedimento es otro fallo fruto de nuestra ignorancia. Sean cual sean la circunstancias de las que estemos rodeados, todo puede ser usado como práctica para nuestra liberación. Ya seas laico o seas bikkhu, tengas familia o seas un asceta, tendrás que aceptar ciertas responsabilidades u obligaciones que has de cumplir te apetezcan o no. Y no se debe huir de tales responsabilidades, sino que han de ser llevadas a cabo, no viéndolas como impedimentos para nada, sino como parte de nuestro camino.
En todo caso, todo debe fluir naturalmente, todo debe seguir su curso. Si llegado el momento tenemos firme voluntad de abandonar «la vida con hogar» y no tenemos ninguna duda al respecto, entonces sí que debemos hacerlo, porque entonces es cuando se debería hacer. Todo lo que se haga debe hacerse de forma natural, sin forzar nada. Sin hacer nada por miedo o esperando ciertos frutos, sino porque sea lo que de manera natural en ese momento tengamos la firme voluntad de hacer, porque estemos convencidos de que en ese momento ése es el camino que debemos y queremos tomar. En cuanto haya la más mínima duda, la más mínima indecisión, la más mínima culpa al respecto, ya no lo estamos haciendo de forma natural.
Como Ajahn Mettiko suele decir, no se debe huir corriendo del mundo, sino que se debe andar tranquilamente hacia el Budismo [Sus palabras exactas, en alemán, fueron: «Man muss nicht von Buddhismus weg rennen, Man muss zum Buddhismus laufen»].


Pregunta:

Ajahn Chah suele hablar de «soltar» [«lass los» en alemán]. Una y otra vez repite en sus textos lo de «tienes que soltar, tienes que dejar ir». Pero, ¿qué significa exactamente este «soltar»? ¿que debemos abandonar y olvidar todo aquello que nos preocupe o que nos cause cualquier tipo de malestar?

Respuesta:

Soltar significa comprender. Comprender que todo es como es, y vivir aceptándolo y conscientes de ello. Nada más.
Es decir, «soltar» no significa que, por ejemplo, porque hayas comprendido que tu mujer vaya a morir en algún momento, que vaya a enfermar o que con el tiempo vaya a perder su belleza la abandones y te olvides de ella. Significa que seas consciente de ello, de que tanto tú com ella como el resto de seres estamos condenados al mismo destino. Todo esto debes comprenderlo, aceptarlo y vivir siendo consciente de ello.
Ajahn Chah [entre risas] tiene una anécdota muy buena al respecto. Un día estaba paseando por el monasterio y vio que la mitad del techo del kuti de un monje estaba completamente derruido. En vez de arreglarlo, lo que este monje hacía era colocarse debajo del agujero en el techo los días en que hacía buen tiempo, e irse debajo de la parte del techo que todavía estaba bien cuando hacía mal tiempo. Ajahn Chan se acercó a él y le dijo:
¿Pero es que no piensas arreglar el techo?
A lo que el monje, sorprendido, le contestó:
Maestro, ahora sí que no le comprendo. Se pasa el día entero diciéndonos que tenemos que «soltar», que tenemos que «dejar ir». Y ahora que me pasa esto con el techo y lo «dejo ir», ¿me pregunta que por qué no lo arreglo? No lo entiendo. Ahora sí que estoy confuso.
[Prosigue entre risas] Dejar ir no significa que no reparemos el techo, que dejemos que se caiga sin más y no hagamos nada para cambiarlo. Simplemente que seamos conscientes de que el techo está condenado al desgaste y a la rotura, y de que requiere un mantenimiento. Cuando se caiga, no nos afligimos ni nos venimos nosotros también abajo pensando en nuestra mala fortuna. Simplemente lo aceptamos como lo que es, algo que tenía que pasar y que podía pasar en cualquier momento. Nos levantamos y lo arreglamos. Y no pensamos en el arreglo y en el tiempo que tal arreglo nos ocupa como en un impedimento para nuestro objetivo supremo, sino que tanto la caída del techo como su reparación son parte inseparables de nuestro camino, y ambas se pueden usar para progresar en él.