Dicen que todos los sabios acaban llegando a la misma verdad… Los siguientes poetas no eran budistas, o al menos a mí no me costa que así sea, y sin embargo, dijeron tales cosas que pudieran parecerlo. Por supuesto, habrá quien argumente que también dijeron, a veces, lo contrario, o que no se puede simplemente seleccionar una serie de versos y sacarlos de contexto. Sea como fuere, nos dejaron estas palabras en su legado, y esto se trata de una mera reflexión personal.
No están todos los que son, sino sólo una breve selección de los más significativos que conozco. Si me he olvidado alguno o tienes alguna sugerencia, para eso están los comentarios.
 
Jorge Manrique
Buda proponía ser plenamente conscientes de esta vida efímera, darnos verdadera cuerna de su finitud y su sufrimiento, despertar. Manrique nos recuerda precisamente lo mismo en Coplas a la muerte de su padre:

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;

Todo lo mundano es efímero e inútil, pues no nos proporciona una verdadera felicidad ni lo vamos a disfrutar eternamente. Eso decía Buda al menos, y eso parece también decir Manrique:

Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdamos:
de ellas deshace la edad,
de ellas casos desastrados
que acaecen,
de ellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallecen.

 
Antonio Machado:
Buda insistía en importancia de cultivar una mente paciente e imperturbable, imprescindible para nuestra victoria personal (contra nosotros mismos), y precisamente eso es lo que entiendo yo en este poema:

Sabe esperar, aguarda que la marea fluya
-así en la costa un barco- sin que el partir te inquiete.
Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya;
porque la vida es larga y el arte es un juguete.
Y si la vida es corta
y no llega la mar a tu galera,
aguarda sin partir y siempre espera,
que el arte es largo y, además, no importa.

También comparaba Machado la vida con un sueño, tal y como Buda solía hacer. En este sueño, todo lo soñado se desvanece al despertar:

Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.
Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía…
¡Ahora no te escaparás!
Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!
Quedóse el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?
Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad.
Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!

Y es eso precisamente lo que debemos buscar, el «despertar», entendido metafóricamente:

Entre el vivir y el soñar
hay una tercera cosa.
Adivínala.
Tras el vivir y el soñar,
está lo que más importa:
despertar.

También dijo Buda que ni pasado ni futuro existen, pues el primero se ha marchado y el segundo todavía no ha venido. Machado nos lo resume en cuatro palabras:

Hoy es siempre todavía.

«Yo no soy eso», decía Buda refiriéndose a todo aquello a lo que hoy consideramos como nuestro «yo»: nuestro cuerpo, emociones, etc… Machado nos lo expone así:

Dijo otra verdad:
busca el tú que nunca es tuyo
ni puede serlo jamás.

San Juan de la Cruz
No podían faltar referencias cristianas, tan similares con el budismo en muchos puntos clave. Algunos interpretan el siguiente poema mediante la vacuidad. Yo lo interpreto mas bien como la importancia que tiene el deshacernos del deseo a la hora de alcanzar nuestro despertar, como sin deseo ni preferencias podemos llegar a tenerlo todo, a ser perfectamente completos, entendido metafóricamente:

Para venir a gustarlo todo,
no quieras tener gusto en nada.
Para venir a saberlo todo,
no quieras saber algo en nada.
Para venir a poseerlo todo,
no quieras poseer algo en nada.
Para venir a serlo todo,
no quieras ser algo en nada.

Nos vamos como venimos, desnudos. Y así de simple es como debemos vivir:

En esta desnudez halla el
espíritu su descanso, porque no
comunicando nada, nada le fatiga hacia
arriba, y nada le oprime
hacia abajo, porque está en
el centro de su humildad.

 
Calderón de la Barca
Lo mejor para lo último. Calderón se lleva la palma. Según Buda, nacemos por nuestra propia culpa, aunque explicar esto sería salirse del post… A modo de resumen, estamos atrapados en un ciclo de renacimientos sin fin que solo cesa una vez que nos libremos del apego, una vez que alcancemos el Nirvana. Somos, por lo tanto, culpables de nuestros renacimientos en tanto en cuanto no consigamos librarnos de este apego, para lo cual dependemos de nosotros mismos. Calderón, por su parte, se pregunta lo siguiente:

¡Ay mísero de mí, y ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo.
Aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido;
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.

El siguiente poema, además de dar origen al subtítulo de este blog («y en el mundo, en conclusión…»), representa a la perfección la dualidad vida-sueño de la que tanto hablaba Buda:

Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¡Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en este mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
de estas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ficción,
una sombra, una ilusión,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

 
¿Y tú, qué opinas?
@ElBudaCurioso