En el anterior post sobre la compasión, quizá pude cometer el error de quedarme en la superficie y no ahondar sobre el verdadero motivo que, según entiendo, explica la compasión de una manera definitiva: el desapego.
Puede sonar raro ser compasivo cultivando el desapego, pero como ya dije, la compasión se entiende en el budismo no tanto como el sentimiento de conmiseración y lástima que se siente hacia aquellos que sufren penalidades, sino más bien aquel sentimiento, basado en la razón, de empatía y ecuanimidad hacia todos los seres sintientes. Y de hecho, esa empatía y ecuanimidad se cultiva de la mejor forma mediante una mente imparcial en la que tanto el apego como el desapego se hayan extinguido.
Según la enseñanza de Buda, la causa de nuestro sufrimiento es el deseo o apego que sentimos por lo mundano. Deshaciéndonos de ese apego, eliminamos el sufrimiento.
Se trata de cortar todos los lazos de apego que nos unen con este mundo. Sin apego no hay aflicción ni deseo, ni por tanto, sufrimiento. No habiendo apego, ya no existe la diferenciación entre personas por las que sientes afecto y personas por las que no, pues ni el afecto ni la aversión existen. Quedan ya solamente personas. Nuestra consciencia es plenamente ecuánime, no haciendo ningún tipo de distinción en cuanto a las personas por su origen o condición: no hay familiares, no hay amigos, no hay pareja, no hay enemigos, no hay seres por los que sentimos indiferencia, hay solo seres sintientes. 
Tal y como bien explica 道 en su post sobre Tri-Laksana, la realidad en el budismo se define por tres características: impermanencia, falta de esencia intrínseca (no-yo) y sufrimiento. Estos conceptos, difíciles de explicar, requieren para su comprensión un que el lector los aprehenda por sí mismo de primera mano mediante la meditación de los mismos.
Es más, si vamos un grado más allá y pensamos en lo que el renacimiento supone, ni siquiera quedan personas, sino seres, pues las personas sólo son una parte de estos, ya que podemos renacer en otro plano distinto al humano. ¿Por qué diferenciar entonces entre un animal y una persona? Todos son seres sintientes, pero con diferentes grados de consciencia.
@ElBudaCurioso 

Foto: Cornelia Kopp