Que conste que esta reflexión está escrita a altas horas de la madrugada en una de esas típicas noches en vela en las que la capacidad de raciocinio no sea probablemente la más adecuada para tales menesteres, por lo que quizá, además de catalogarlo como un post de humor, deba escribir a modo de advertencia aquello que Hesse ya advertía en El lobo estepario:

Sólo para locos. La entrada cuesta la razón. 

La cosa va sobre el la ausencia de un «yo» real:
Si no estás muy familiarizado con el budismo, quizá sería bueno que leyeses primero este post sobre el vacío.
Si prestas atención durante unos instantes a tu mente, te darás cuenta de que experimentas un flujo continuo de  ideas, recuerdos y sentimientos que surgen, se desarrollan y desaparecen sin cesar. En este momento reflexionas sobre tal idea, te acuerdas de tal suceso, sientes tal cosa, etc. Hace un momento tu mente la ocupaba otra reflexión diferente, o recordabas otra cosa, o experimentabas tal otro sentimiento.
No solo esos pensamientos, sino todas aquellas experiencias de tu consciencia son un flujo. En este momento tu consciencia visual ve tal elemento, tu consciencia auditiva percibe tal sonido, etc.. Cada una de esas percepciones y pensamientos aparecen y desaparecen. Y es precisamente ese flujo de pensamientos y percepciones a lo que llamas «YO».  Ya lo dijo Descartes: <<Pienso, luego existo>>, pues se puede dudar de todo: de la realidad que percibes, del cuerpo que posees, etc.. de lo único que no se puede dudar es de que piensas, y por tanto existes como ente pensante. Aunque luego lo rebatió Nietzsche con aquello de … bueno que me salgo del tema.
¿Pero como voy a ser yo meramente ese flujo de pensamientos y percepciones? ¿Por qué tengo entonces consciencia de un «YO» que es considerado como la misma persona desde que era pequeñito hasta ahora? ¿Soy acaso sólo mi memoria?
Bueno, para empezar, probablemente todo lo que consideras «tu memoria» o «tus recuerdos» sea tan sólo otra más de esas ideas que surgen y desaparecen en el flujo al que llamas «YO». Pero aun suponiendo que esto no es así, y que somos verdaderamente un flujo de pensamientos y percepciones con una memoria capaz de recordar lo que mi flujo de ayer pensaba y percibía, y que por tanto dicha memoria es la que hace considerarme una consciencia uniforme que experimenta un flujo de pensamientos y percepciones, y no como el flujo en sí, quedan algunas preguntas: ¿qué eras entonces en aquellos tiempos de los que no tienes memoria? ¿acaso tu memoria es fiable, o tus recuerdos son meras ideas inventadas? e incluso si aquello pasó y lo recuerdas, ¿pasó verdaderamente así, o tu lo interpretaste así en aquel momento, o tu lo recuerdas como te da la gana? etc..
Supongamos que lo volvemos a enfocar pragmáticamente: soy un ente que experimenta un flujo de pensamientos y percepciones pero que tiene capacidad de memorizar, aunque no en todas las etapas de su vida ni ésta es fiable al cien por cien, pero que no por eso deja de ser válida. Esta memoria hace que tenga una «consciencia permanente» (por inventarme un nombre) de la persona que soy, de mi «YO». Incluso aunque fallase por alguna lesión o enfermedad cerebral y perdiese mi memoria y mi capacidad de generar nuevos recuerdos, seguiría siendo «YO», pero con una lesión cerebral. Es decir, sería un cuerpo capaz de experimentar un flujo de pensamientos y percepciones pero que no es capaz de recordar aquel flujo de ayer. Pero entonces volvemos al principio: ¿y cómo sabes que lo que crees que eras ayer no es más que otra de las ideas que te ha surgido hoy? Por no hablar de la idea de cuerpo… en fin, dejemos hablar a los que saben de esto, que yo a estas horas ya he perdido por completo la poca capacidad de raciocinio que me quedaba.
Buda dijo al respecto lo siguiente (es difícil encontrar un fragmento relativamente pequeño que resuma la concepción de Buda al respecto de una manera clara, pero éste nos puede servir por el momento):

<<He aquí, monjes, que éste es el camino que conduce al origen de la ilusión del yo: Se concibe el ojo [y la oreja, nariz, lengua, cuerpo y mente] como «esto es mío», «ése soy yo», «ése es mi yo». Se consideran las formas visibles, conciencias visuales, contactos visuales, sensaciones visuales, deseos visuales [y lo mismo con las auditivas, olfativas, gustativas, tangibles y mentales] como «esto es mío», «ése soy yo», «ése es mi yo»>>.

Y Nietzsche dijo:

<<En lo que respecta a la superstición de los lógicos: yo no me cansaré de subrayar una y otra vez un hecho pequeño y exiguo, que esos supersticiosos confiesan de mala gana, – a saber: que un pensamiento viene cuando «él» quiere, y no cuando «yo» quiero; de modo que es un falseamiento de los hechos decir: el sujeto «yo» es la condición del predicado «pienso». Ello piensa: pero que ese «ello» sea precisamente aquel antiguo y famoso «yo», eso es, hablando de modo suave, nada más que una hipótesis, una aseveración, y, sobre todo, no es una «certeza inmediata». En definitiva, decir «ello piensa» es ya decir demasiado: ya ese «ello» contiene una interpretación del proceso y no forma parte de él. Se razona aquí según el hábito gramatical que dice «pensar es una actividad, de toda actividad forma parte alguien que actúe, en consecuencia -». Más o menos de acuerdo con idéntico esquema buscaba el viejo atomismo, además de la «fuerza» que actúa, aquel pedacito de materia en que la fuerza reside, desde la que actúa, el átomo; cabezas más rigurosas acabaron aprendiendo a pasarse sin ese «residuo terrestre», y acaso algún día se habituará la gente, también los lógicos, a pasarse sin aquel pequeño «ello» (a que ha quedado reducido, al volatilizarse, el honesto y viejo yo)>>.

Y así, sucesivamente… ¡Buenas noches!
@ElBudaCurioso

Foto: Tommaso Meli