Hace unos dos milenios y medio que Buda mostró la importancia que tenía la plena atención en cada uno de nuestros actos y pensamientos cotidianos. Su intención con ello era crear la base mental necesaria para la correcta comprensión de la realidad, pues sólo con una atención plena podemos captar todos los fenómenos tal y como en realidad ocurren: su surgimiento, las causas de su surgir, su cese y las causas de su cesar.
Esta capacidad de atención plena nos haría conscientes del carácter impermanente de todo lo mundano y de cómo nuestro apego por ello es la causa de nuestro sufrimiento. Aunque quizá esto se entienda mejor leyendo los post sobre el deseo y el sufrimiento o sobre las Cuatro Nobles Verdades.
Hoy en día la psicología ha dado a la práctica de la atención plena el nombre de mindfulness, separándola a veces casi por completo del budismo que la originó (lo cual no es malo ni me quejo en absoluto al respecto), y algunos pocos la presentan a veces como algo totalmente nuevo y revolucionario (de lo cual tampoco me quejo, simplemente me sorprende un poco), un avance de la psicología que nos va a permitir a todos ser más felices y, sobre todo, más productivos.
Si todavía no sabes muy bien de qué va esto del Mindfulness, te recomiendo leer a José Sánchez-Mota, especialmente su post sobre Mindfulness y liberación del sufrimiento, en el que escribe lo que para mi es una de las explicaciones más claras y concisas al respecto: <<La finalidad del entrenamiento en mindfulness o atención plena es lograr la visión clara de las cosas tal como son, libres del ciclo ininterrumpido de procesos mentales condicionados, del apego y del rechazo>>. 
Para entender exactamente lo que Buda predicaba, te recomiendo leer el discurso sobre los establecimientos de la atención consciente publicado en Bosque Theravada, y del cual te dejo aquí un fragmento:

<<Así mismo, monjes, un monje actúa con plena lucidez en todo lo que hace, ya sea yendo o viniendo, mirando adelante o mirando a su alrededor, encogiéndose o estirándose, llevando la túnica, el cuenco y el manto, comiendo, bebiendo, masticando, saboreando, defecando u orinando, caminando, de pie, sentado, dormido, despierto, hablando o en silencio, actúa con plena lucidez>>.

¿Y, bueno, a qué venía lo del «en verso» del título? Pues a que toda esta reflexión se me ha ocurrido mientras releía estos versos en otro de los discursos de Buda, concretamente el del solitario feliz (según la traducción de Solé-Leris y Vélez de Cea en su libro Majjhima Nikaya. Puedes leer otra traducción un tanto distinta en Bosque Theravada) y el cual escribo a continuación:

Que nadie persiga el pasado
ni viva esperando el futuro;
porque el pasado ya no es
y el futuro aun está por ser.
Lo que hay que ver cabalmente
es lo que surge en cada momento.
Sabido esto, perseverad
invencibles e imperturbables.
Hoy hay que hacer el esfuerzo,
¿Quién sabe si mañana no llega la muerte?
Con el señor de la muerte y sus grandes huestes no se pacta,
pero al que así persevera
fervoroso día y noche,
a ése el sabio pacífico
le llama el solitario feliz.

No creo que haga falta comentario, pues dejan bien claro, a mi modo de ver, la importancia de vivir el momento con plena atención, lo llamemos mindfulness o como nos de la gana.
Por cierto, aquí te pu puedes descargar un magnífico texto sobre mindfulness escrito por el venerable Dr. Khammai Dhammasami, un monje budista theravada: La meditación Mindfulness, fácil.
@ElBudaCurioso

Foto: vgm8383