Por raro que pueda parecer a aquellos que conozcan su obra, yo me hice budista gracias a Nietzsche.
Nietzsche para mí, más que un creador de una nueva filosofía, es un destructor de toda filosofía anterior. Leerlo me hizo comprender la cantidad de falacias en las cuales se han basado hasta ahora las principales religiones, culturas, etc.. Cambió mi modo de razonar y concebir la realidad por completo.
Este cambio no fue en absoluto traumático, sino todo lo contrario, pues supuso para mí una especie de iluminación: por fin conocía el modo adecuado de razonar y ver el mundo, o cuanto menos, conocía cuál era el falso. El problema es que la verdad por sí sola no me servía para nada, y el camino a veces mostrado por Nietzsche para vivir con esa verdad tampoco es que me convenciese demasiado.
Entonces apareció Buda. A pesar de la crítica de Nietzsche hacia el budismo, al estudiar las enseñanzas de Buda (y me refiero a directamente las de Buda, no a las de cualquier otro maestro o escuela budista) tenía constantemente la impresión de que el modo de razonamiento con el que ambos habían desarrollado su saber se asimilaba enormemente, si bien la mayoría de las veces llegaban a conclusiones muy diferentes.
No soy ni un maestro en filosofía, ni un experto en Nietzsche ni en el budismo, pero hay asuntos en los que estoy totalmente convencido de la incomprensión por parte de Nietzsche hacia algunos conceptos budistas. No hacia los conceptos en sí, sino a la finalidad que tales conceptos perseguían.
Es decir, aunque habiendo ambos reconocido la realidad tal y como verdaderamente es, proponían un camino muy distinto para enfrentarse a ella. La de Buda conducía a un estado de felicidad, la de Nietzsche, todavía no se muy bien hacia dónde.
Para los que no estén familiarizados con uno o con otro, a continuación expongo un resumen de mi concepción de sus enseñanzas. No es mi intención explicar en profundidad ni en esta entrada ni en este blog dichas enseñanzas, pues ni estoy cualificado para tal tarea ni creo que sea práctico, ya que hay cantidad suficiente de textos magníficos escritos por gente más preparada que yo.
La enseñanza de Buda en dos párrafos:
Buda consideraba que tenemos una concepción equivocada del mundo, pues ignoramos (o no somos lo suficientemente conscientes) que todo en esta vida es pasajero y que, por tanto, nada de lo que hay en ella nos puede proporcionar una felicidad duradera. Debido a esta ignorancia, buscamos precisamente en cosas mundanas (no me refiero sólo a cosas meramente materiales) nuestra felicidad, apegándonos a dichas cosas, a nuestros sentimientos hacia ellas, etc.. Dicho apego nos hace infelices pues, el no conseguir dichas cosas, el miedo a perderlas una vez conseguidas, su extinción inevitable y el esfuerzo para conseguirlas sólo nos acarrea sufrimiento. Comprendiendo esto y reeducando a nuestra mente para que sea plenamente consciente de ello, podemos deshacernos de ese deseo o apego hacia lo mundano, alcanzando con ello una estado de felicidad permanente.
La vacuidad (falta de esencia propia en cualquier objeto o fenómeno) y el origen dependiente (todo se origina por unas determinadas causas y condiciones a partir de otro algo) son dos conceptos claves para entender la enseñanza de Buda. Si estos conceptos se llevan hasta sus consecuencias finales aterrizamos en otro de los conceptos claves del budismo: la compasión o la ecuanimidad. No hay separación real entre nuestro «yo» y el resto de «seres sintientes», motivo por el cual no debemos preocuparnos solamente por nuestro bienestar sino que debemos hacerlo también por el del resto de seres.
La enseñanza de Nietzsche en dos párrafos:
Nietzsche consideraba que el objetivo al que todo ser vivo aspira es al de imponer su poder: la voluntad de poder, como lo definió. El instinto de supervivencia, que hasta ahora se había creído la finalidad última de todo ser viviente, pasa a ser una mera consecuencia o requisito de la voluntad de poder. Debido a la ignorancia por parte de algunos de este rasgo propio, y debido a la vez a la incapacidad de imponerse sobre otros, el humano ha inventado a lo largo de la historia filosofías, religiones, dioses y moralidades que le permitan justificar su propia debilidad, dándole una falsa sensación de protección frente a otros con más poder así como una explicación interesada del mundo.
El sufrimiento, clave en esta vida, no es algo malo ni debe ser superado: debe ser experimentado. Mientras más inclemencias se deban pasar, más fuerte nos haremos. Aquellos que no sean capaces de resistir dichas inclemencias, deben perecer por el bien de la especie. La compasión, la moral y tantos otros términos similares difundidos a lo largo de la historia por tantas religiones y filosofías, no son por tanto más que meros falseamientos de la realidad y del comportamiento humano, creado por y para los débiles en detrimento de los fuertes.
Ahora bien, habiendo leído estas concepciones sobre Nietzsche y sobre Buda, ¿qué loco puede creer que tenían algo en común? Acerca de esto irá precisamente esta serie de post.
Para terminar, os dejo dos extractos de Buda y Nietzsche que, creo, resumen un poco el núcleo de su filosofía:
Buda, en un sermón sobre la noble búsqueda:
<<Monjes, hay dos búsquedas: la búsqueda noble y la búsqueda que no es noble. […] ¿Y cuál es la búsqueda noble? He aquí que uno que está él mismo sometido a nacimiento, vejez, enfermedad, muerte, pena y contaminación, habiendo comprendido el peligro inherente en lo sometido a nacimiento, vejez, enfermedad, muerte, pena y contaminación, persigue lo no sometido a nacimiento, vejez, enfermedad, pena y contaminación, la suprema salvación de toda sujeción, el Nirvana>>.
Nietzsche, en el Anticristo:
<<¿Qué es bueno? Todo lo que acrecienta en el hombre el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo. ¿Qué es malo? Todo lo que proviene de la debilidad. ¿Qué es felicidad? La conciencia de que se acrecienta el poder; que queda superada una resistencia. No contento, sino aumento de poder; no paz, sino guerra; no virtud, sino aptitud (virtud al estilo renacentista, virtud carente de moralina). Los débiles y malogrados deben perecer; tal es el axioma capital de nuestro amor al hombre. Y hasta se les debe ayudar a perecer. ¿Qué es más perjudicial que cualquier vicio? La compasión activa con todos los débiles y malogrados; el cristianismo…>>
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